Como saben, el ministerio de Sanidad ha ordenado retirar un centón de medicamentos, no por la nocividad del principio activo que tienen en común, Valsartan, sino por una sustancia empleada en su elaboración, que "podría" resultar cancerígena (siguen a la venta las marcas que no llevan tal sustancia). Se trata de un producto ampliamente empleado en el tratamiento de la tensión alta, la hipertensión, o sea; una de las patologías más prevalentes (alrededor del 10% de la población),que tanto daño produce en la salud de la población, a medio y largo plazo.
"Profesor, si hiciésemos adelgazar a mil hipertensos, ¿cuántos cree usted que seguirían con la tensión alta?". "Diez", me contestó de sopetón. "Entonces, ¿por qué no se hace más hincapié en la pérdida de peso?". "Porque la gente no hace caso". Más claro, agua: hipertensos serían, stricto sensu, sólo los que lo fueren luego de haber adelgazado. La conversación pudo haber tenido lugar en cualquier ciudad, pero, mira por dónde, fue en la universidad de Cambridge, mítico/mágico templo del saber (no caben más premios Nobel en las paredes), adonde este particular tuvo la inmensa fortuna de acudir, invitado, claro es, a un evento sobre hipertensión, precisamente (permítanme que desde aquí dé las gracias a la industria farmacéutica, por cuya deferencia, este particular, apasionado desde siempre por el universo universitario, ha tenido la inmensa fortuna de visitar e incluso pernoctar en sendos 'colleges' de las universidades de Oxford y Cambridge, sin ir más lejos).
Desde aquel día, cada vez que me encuentro a un paciente hipertenso, le cuento lo que me dijo el docto doctor: de mil, quedarían diez. Luego, le añado de mi cosecha: adelgazar no sólo mejora la tensión, sino que previene al mismo tiempo la aparición de la diabetes (o la mejora si ya se padece); además, se encontrará más ágil y, ya de camino, puede usted aprovechar la ropa de hace unos años; ah (esto se lo digo a los varones para picarlos/incentivarlos): si adelgaza, no tendrá que tomar viagra, sí, sí, no ponga esa cara: la mayor parte de estos medicamentos afectan en mayor o menor grado a dicha función, no sé si me entiende.
Por si faltaba algo para el euro, en la madrugada del día en que se publicó lo del Valsartan, escucho a una experta, Rne, que España es el país con más obesidad de Europa, junto con Grecia y Portugal, vaya por Dios, y lo que es peor: obesidad infantil. O sea, que el corolario está cantado: hay que adelgazar unos kilitos. ¿Que es muy difícil? Qué va. ¡Sólo un kg al mes!, tal que aconseja el sabio profesor Fuster, que dice, asimismo, que comemos el doble de lo que necesitamos para vivir. Más o menos lo que dijo mi compi Hipócrates hace mil mundos: "Que tu alimento sea tu única medicina".
No se lo digan a nadie, que me van a llamar de 'to': no ha muchos años, la prestigiosa revista New England Journal of Medicine publicó un estudio demoledor: cuando, cortado el grifo alimentario ruso, los cubanos estuvieran una temporada a pan y agua, se produjo en la isla algo sensacional: una inesperada 'epidemia' de salud. Así que, háganme caso: ¡a 'endelgazar'! Que la salud está en el plato. Y en la suela de los zapatos.
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