ESPAÑA Y LOS ESPAÑOLES
Agapito Gómez Villa
Ido en buena hora el Mundial de fútbol, no lo digo por los futbolistas, esos pobres muchachos ricos, ¡faltos de cariño!, qué pena, lo digo más bien por los vocingleros que trasmitieran a grito pelado, ¡por la radio!, un Senegal-Colombia, partido de extraordinario interés popular como es sabido, llevándose por delante para ello la programación habitual: "golpea con pierna izquierda", gracias por la aclaración; "le gana la espalda al contrario", ¿y el pecho?; "balón dividido", o sea, cortado en trozos con una tijera; "control orientado", supongo que hacia la Meca en los futbolistas musulmanes; "bajo palos", como si la portería fuera una choza; les iba diciendo que, acabada la degradación periodística del evento futbolero, hoy no se habla de otra cosa que del congreso del Partido Popular, enhorabuena Pablo, una de cuyas primigenias contendientes (¿contendientes o contendientas?), María Dolores de Cospedal, pronunció no ha muchos días las palabras definitivas: "Un partido para luchar por España y por los españoles". ¡Ahí está!
Antes de nada, he de aclarar que lo de "por España y los españoles" es un lugar común entre nuestros políticos. Si traigo a colación a María Dolores no es porque sea una señora de buen ver -no quiero ser tachado de machista, yo también nací de una mujer, muy buena, por cierto-, sino porque ha sido la última a la que se lo he escuchado mil veces, gracias al efecto multiplicador de la radio.
A primera vista, el asunto puede parecer baladí, vocablo de origen árabe que no tiene nada que ver con el lenguaje de las ovejas. Nada más lejos de eso. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si luego pierde su alma? Por ahí van los tiros, con perdón. En efecto: ¿de qué le sirve a un/a hombre/mujer luchar por España si se olvida de los españoles/as? That is the question, o sea, "he ahí el quid de la cosa", que se dijo toda la vida sin necesidad de recurrir a cultismos anglicanizantes.
Es que hubo un tiempo en que los políticos se ocupaban mucho de España, pero no de los españoles. Lo que yo les diga. "¡Arriba España!", se decía a todas horas. Asimismo, se decía mucho: "España unida, jamás será vencida". O aquella tríada sagrada que rezaba: "España: Una, Grande y Libre". Hasta Manolo Escobar incurrió con un pasodoble. ¿Me quieren decir dónde aparecen los españoles? Si acaso, aparecen sin nombrarlos expresamente en aquello otro tan repetido: "La unidad de las tierras y los pueblos de España". En fin, que si aquel señor al que tanto se vitoreaba (todo junto), ¡Franco, Franco, Franco!, se hubiese ocupado menos de España y algo más de los españoles, seguro estoy de que Pedro Sánchez no tendría como 'primum movens' de su quehacer el remover su osamenta, ¡medio siglo después de su muerte!, presiento que imbuido/inducido por el pistoletazo de salida -"De una vez"-, de Manuel Vicent, un buen escritor envenenado, ay, de odio antiguo al "dictador asesino".
(Que no se entere Pedro: yo estudié con beca el bachillerato y la carrera, en tiempos de aquel señor que se ocupó más de España que de los españoles, que me lo echaba en cara mi suegra cuando yo fuera guerrista a tope).
¡Por España y por los españoles, María Dolores!
Agapito Gómez Villa
Ido en buena hora el Mundial de fútbol, no lo digo por los futbolistas, esos pobres muchachos ricos, ¡faltos de cariño!, qué pena, lo digo más bien por los vocingleros que trasmitieran a grito pelado, ¡por la radio!, un Senegal-Colombia, partido de extraordinario interés popular como es sabido, llevándose por delante para ello la programación habitual: "golpea con pierna izquierda", gracias por la aclaración; "le gana la espalda al contrario", ¿y el pecho?; "balón dividido", o sea, cortado en trozos con una tijera; "control orientado", supongo que hacia la Meca en los futbolistas musulmanes; "bajo palos", como si la portería fuera una choza; les iba diciendo que, acabada la degradación periodística del evento futbolero, hoy no se habla de otra cosa que del congreso del Partido Popular, enhorabuena Pablo, una de cuyas primigenias contendientes (¿contendientes o contendientas?), María Dolores de Cospedal, pronunció no ha muchos días las palabras definitivas: "Un partido para luchar por España y por los españoles". ¡Ahí está!
Antes de nada, he de aclarar que lo de "por España y los españoles" es un lugar común entre nuestros políticos. Si traigo a colación a María Dolores no es porque sea una señora de buen ver -no quiero ser tachado de machista, yo también nací de una mujer, muy buena, por cierto-, sino porque ha sido la última a la que se lo he escuchado mil veces, gracias al efecto multiplicador de la radio.
A primera vista, el asunto puede parecer baladí, vocablo de origen árabe que no tiene nada que ver con el lenguaje de las ovejas. Nada más lejos de eso. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si luego pierde su alma? Por ahí van los tiros, con perdón. En efecto: ¿de qué le sirve a un/a hombre/mujer luchar por España si se olvida de los españoles/as? That is the question, o sea, "he ahí el quid de la cosa", que se dijo toda la vida sin necesidad de recurrir a cultismos anglicanizantes.
Es que hubo un tiempo en que los políticos se ocupaban mucho de España, pero no de los españoles. Lo que yo les diga. "¡Arriba España!", se decía a todas horas. Asimismo, se decía mucho: "España unida, jamás será vencida". O aquella tríada sagrada que rezaba: "España: Una, Grande y Libre". Hasta Manolo Escobar incurrió con un pasodoble. ¿Me quieren decir dónde aparecen los españoles? Si acaso, aparecen sin nombrarlos expresamente en aquello otro tan repetido: "La unidad de las tierras y los pueblos de España". En fin, que si aquel señor al que tanto se vitoreaba (todo junto), ¡Franco, Franco, Franco!, se hubiese ocupado menos de España y algo más de los españoles, seguro estoy de que Pedro Sánchez no tendría como 'primum movens' de su quehacer el remover su osamenta, ¡medio siglo después de su muerte!, presiento que imbuido/inducido por el pistoletazo de salida -"De una vez"-, de Manuel Vicent, un buen escritor envenenado, ay, de odio antiguo al "dictador asesino".
(Que no se entere Pedro: yo estudié con beca el bachillerato y la carrera, en tiempos de aquel señor que se ocupó más de España que de los españoles, que me lo echaba en cara mi suegra cuando yo fuera guerrista a tope).
¡Por España y por los españoles, María Dolores!