ESPAÑA, GARCI Y EL ROTO
Agapito Gómez Villa
El otro día, el humorista gráfico de más talento que nos queda, parece que la especie está en regresión (tengan en cuenta que en este país hubo un Chumi-Chúmez, un Mingote, un Forges), les decía que, hace unos días, Andrés Rábago, más conocido como El Roto, publicó una viñeta (EL PAÍS) en la que aparecía un joven arrodillado, la facies extenuada, pero exultante, y los brazos al cielo en acción de gracias. Por encima, el siguiente comentario: "Cómo será el lugar de donde vienen, para que se alegren de llegar a donde llegan....". El dibujo, claro es, representaba a un joven que acababa de saltar la valla de Ceuta, o sea, la frontera que separa Europa de África (sí, ya sé que Ceuta está en suelo africano, pero ustedes ya me entienden). Para el que no lo sepa, les diré que, según los entendidos, el Estrecho es la frontera del mundo con mayores diferencias entre ambas orillas, en todos los aspectos del vivir.
El otro día, José Luis Garci, uno de los hombres de más talento que tenemos (en este país, hay talento a raudales: sólo hay que apagar la televisión), en entrevista de un periódico hermano, el ABC, decía que España es uno de los mejores países del mundo, "y ya he visitado algunos".
¿En qué quedamos? Yo me quedo con Garci, por supuesto. Como él, he aprendido lo grande que es España, luego de visitar un buen puñado de lugares extranjeros, perdón, internacionales, que es como dicen ahora los modernos periodistas. O sea, que por primera vez, estoy en absoluto desacuerdo con El Roto. Uno no conoce de primera mano los lugares de donde vienen, pero conozco muy bien el lugar a donde llegan, razón de su inmensa alegría. ¿O es que son tontos los subsaharianos? Negros, si; pero de tontos no tienen ni un pelo. A cuento de qué se iban a desollar vivos en las cuchillas de la valla, cual toro en celo saltando la alambrada en cata de una vaca.
En fin, cómo no van a gritar desaforados de contento, si de un salto acaban de acceder a uno de los países de la región más rica, civilizada, desarrollada (el orden de los factores no altera el producto) del universo mundo, en donde, nada más poner los pies, no les falta de nada: alimentos, techo, ropa, atención médica... (el coche no, pero la moto está al caer). Estoy hablando de la Unión Europea, región mucho más desarrollada, más rica, más civilizada que los EE.UU de América, dónde va a parar. Mucho más civilizada, sí: comparen, si no, el trato que reciben los recién llegados a nuestras costas con el que los vecinos del norte les dan a los mejicanos. A buena hora iban a emigrar a EEUU, si tuvieran una Europa a mano.
Que nadie piense que estoy contento con la entrada masiva por tierra, mar y no por aire de las mesnadas subsaharianas. Y menos si utilizan métodos violentos contra nuestras fuerzas de seguridad. El asunto me ha servido, viñeta de El Roto mediante, para decir que estoy hasta los mismísimos de que España, por culpa de los profesionales de las desgracias, ¡políticos y periodistas!, no sea percibida como lo que es: uno de los mejores lugares del mundo. ¿Verdad, José Luis?
Agapito Gómez Villa
El otro día, el humorista gráfico de más talento que nos queda, parece que la especie está en regresión (tengan en cuenta que en este país hubo un Chumi-Chúmez, un Mingote, un Forges), les decía que, hace unos días, Andrés Rábago, más conocido como El Roto, publicó una viñeta (EL PAÍS) en la que aparecía un joven arrodillado, la facies extenuada, pero exultante, y los brazos al cielo en acción de gracias. Por encima, el siguiente comentario: "Cómo será el lugar de donde vienen, para que se alegren de llegar a donde llegan....". El dibujo, claro es, representaba a un joven que acababa de saltar la valla de Ceuta, o sea, la frontera que separa Europa de África (sí, ya sé que Ceuta está en suelo africano, pero ustedes ya me entienden). Para el que no lo sepa, les diré que, según los entendidos, el Estrecho es la frontera del mundo con mayores diferencias entre ambas orillas, en todos los aspectos del vivir.
El otro día, José Luis Garci, uno de los hombres de más talento que tenemos (en este país, hay talento a raudales: sólo hay que apagar la televisión), en entrevista de un periódico hermano, el ABC, decía que España es uno de los mejores países del mundo, "y ya he visitado algunos".
¿En qué quedamos? Yo me quedo con Garci, por supuesto. Como él, he aprendido lo grande que es España, luego de visitar un buen puñado de lugares extranjeros, perdón, internacionales, que es como dicen ahora los modernos periodistas. O sea, que por primera vez, estoy en absoluto desacuerdo con El Roto. Uno no conoce de primera mano los lugares de donde vienen, pero conozco muy bien el lugar a donde llegan, razón de su inmensa alegría. ¿O es que son tontos los subsaharianos? Negros, si; pero de tontos no tienen ni un pelo. A cuento de qué se iban a desollar vivos en las cuchillas de la valla, cual toro en celo saltando la alambrada en cata de una vaca.
En fin, cómo no van a gritar desaforados de contento, si de un salto acaban de acceder a uno de los países de la región más rica, civilizada, desarrollada (el orden de los factores no altera el producto) del universo mundo, en donde, nada más poner los pies, no les falta de nada: alimentos, techo, ropa, atención médica... (el coche no, pero la moto está al caer). Estoy hablando de la Unión Europea, región mucho más desarrollada, más rica, más civilizada que los EE.UU de América, dónde va a parar. Mucho más civilizada, sí: comparen, si no, el trato que reciben los recién llegados a nuestras costas con el que los vecinos del norte les dan a los mejicanos. A buena hora iban a emigrar a EEUU, si tuvieran una Europa a mano.
Que nadie piense que estoy contento con la entrada masiva por tierra, mar y no por aire de las mesnadas subsaharianas. Y menos si utilizan métodos violentos contra nuestras fuerzas de seguridad. El asunto me ha servido, viñeta de El Roto mediante, para decir que estoy hasta los mismísimos de que España, por culpa de los profesionales de las desgracias, ¡políticos y periodistas!, no sea percibida como lo que es: uno de los mejores lugares del mundo. ¿Verdad, José Luis?