LOS MOCOS EN LA BANDERA
Agapito Gómez Villa
No suelo ver la “Sexta”: por sectaria. Bueno, no suelo ver la tele, salvo el canal 76, “Viajar”, que me lleva gratis por los lugares más espectaculares del mundo; o los documentales, algunos de los cuales son impagables obras maestras: el otro día vi uno sobre el origen de la vida, pa morirse, por lo extraordinario, claro. (No se lo digan a nadie: también veo “Corazón, Corazón”, para enterarme de cómo van Ortega Cano y Paquirrín, ah, y el embarazo de Megan ‘Márquez’, que es como de casa.) Pero mira tú por dónde, la otra noche, me topo de bruces con el Gran Wyomin, personaje no exento de talento (ya saben, el corporativismo médico), impartiendo doctrina sectaria en su “Intermedio”. Por consideración a mis ‘invitados’, de la familia, no cambio de canal: así pude ser testigo de un acto incalificable: ¡es que no sé con qué adjetivos calificarlo! Sigamos.
A continuación del doctor Monzón, aparece un tal Dani Mateos, a su derecha la bandera de España y como fondo, en letra solemne, el prospecto de un medicamento: el Frenadol. Les recuerdo que el hecho sucede el mismo día en que la princesa Leonor leyó con sencilla solemnidad los primeros artículos de la Constitución. O sea, que ya saben por dónde va la vaina, que diría un hispanohablante del otro lado. Pues bien, luego de leer con voz impostada los primeros “artículos” del medicamento, como se tratare de un fármaco para el resfriado, al mozo no se le ocurre otra cosa, luego de inventarse un estornudo, que limpiarse los mocos con la bandera. Como lo oyen. Se pueden imaginar cómo me quedé al ver semejante gilipollez (ya me van viniendo los adjetivos).
Sí, ya sé que la bandera es sólo un símbolo. Un símbolo ante el que me cuadro, reminiscencias de la mili, cada vez que, en las inmediaciones del lugar en donde practico algún deporte, suena el toque de bandera. Sólo un símbolo, ya digo. Pero no un símbolo cualquiera, sino el emblema supremo de uno de los países más importantes que la civilización ha dado al mundo: España. Lo de cuadrarme es que me sale del alma, pues que me siento español por los cinco costados (si fueren cinco), pero no crean que soy un español testiculario, sino un español fascinado por el inmenso legado cultural que nuestro país ha dado al mundo, y nunca mejor dicho esto último: miren el mapa mundi. Sólo hay que leer a Pániker, ese genio, ciudadano universal, fascinado por la historia de España. Y no digamos Stanley Payne: lo suyo es para nota.
He dicho historia, no porque uno minusvalore a la España actual: todo lo contrario. Es que España es la que vemos/vivimos hoy, más toda su ingencia histórica, sí. España es Cervantes y Quevedo, San Juan de la Cruz y Santa Teresa, Lope y Calderón, Velázquez y Goya, Picasso y Dalí, Ramón y Cajal y De la Cierva, Rubén Darío y Juan Ramón, Lorca y Alberti, Valle y Cela, Neruda y García Márquez…¡y sus asombrosas catedrales! Pues bien, en todo ello, incluidos los genios de allende los mares que bebieron nuestra cultura, se ha limpiado los mocos Dani Mateos. Y eso sí que no: so mamón, so mamonazo, so cretino, so cretinazo, so idiota, so majadero, so imbécil…
Agapito Gómez Villa
No suelo ver la “Sexta”: por sectaria. Bueno, no suelo ver la tele, salvo el canal 76, “Viajar”, que me lleva gratis por los lugares más espectaculares del mundo; o los documentales, algunos de los cuales son impagables obras maestras: el otro día vi uno sobre el origen de la vida, pa morirse, por lo extraordinario, claro. (No se lo digan a nadie: también veo “Corazón, Corazón”, para enterarme de cómo van Ortega Cano y Paquirrín, ah, y el embarazo de Megan ‘Márquez’, que es como de casa.) Pero mira tú por dónde, la otra noche, me topo de bruces con el Gran Wyomin, personaje no exento de talento (ya saben, el corporativismo médico), impartiendo doctrina sectaria en su “Intermedio”. Por consideración a mis ‘invitados’, de la familia, no cambio de canal: así pude ser testigo de un acto incalificable: ¡es que no sé con qué adjetivos calificarlo! Sigamos.
A continuación del doctor Monzón, aparece un tal Dani Mateos, a su derecha la bandera de España y como fondo, en letra solemne, el prospecto de un medicamento: el Frenadol. Les recuerdo que el hecho sucede el mismo día en que la princesa Leonor leyó con sencilla solemnidad los primeros artículos de la Constitución. O sea, que ya saben por dónde va la vaina, que diría un hispanohablante del otro lado. Pues bien, luego de leer con voz impostada los primeros “artículos” del medicamento, como se tratare de un fármaco para el resfriado, al mozo no se le ocurre otra cosa, luego de inventarse un estornudo, que limpiarse los mocos con la bandera. Como lo oyen. Se pueden imaginar cómo me quedé al ver semejante gilipollez (ya me van viniendo los adjetivos).
Sí, ya sé que la bandera es sólo un símbolo. Un símbolo ante el que me cuadro, reminiscencias de la mili, cada vez que, en las inmediaciones del lugar en donde practico algún deporte, suena el toque de bandera. Sólo un símbolo, ya digo. Pero no un símbolo cualquiera, sino el emblema supremo de uno de los países más importantes que la civilización ha dado al mundo: España. Lo de cuadrarme es que me sale del alma, pues que me siento español por los cinco costados (si fueren cinco), pero no crean que soy un español testiculario, sino un español fascinado por el inmenso legado cultural que nuestro país ha dado al mundo, y nunca mejor dicho esto último: miren el mapa mundi. Sólo hay que leer a Pániker, ese genio, ciudadano universal, fascinado por la historia de España. Y no digamos Stanley Payne: lo suyo es para nota.
He dicho historia, no porque uno minusvalore a la España actual: todo lo contrario. Es que España es la que vemos/vivimos hoy, más toda su ingencia histórica, sí. España es Cervantes y Quevedo, San Juan de la Cruz y Santa Teresa, Lope y Calderón, Velázquez y Goya, Picasso y Dalí, Ramón y Cajal y De la Cierva, Rubén Darío y Juan Ramón, Lorca y Alberti, Valle y Cela, Neruda y García Márquez…¡y sus asombrosas catedrales! Pues bien, en todo ello, incluidos los genios de allende los mares que bebieron nuestra cultura, se ha limpiado los mocos Dani Mateos. Y eso sí que no: so mamón, so mamonazo, so cretino, so cretinazo, so idiota, so majadero, so imbécil…