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LA REGRESIÓN DEL HOMO SAPIENS

  LA REGRESIÓN DEL HOMO SAPIENS

             Agapito Gómez Villa

   La noche del lunes, España entera detuvo la respiración. Qué digo España entera: el planeta futbolístico mundial. Minutos antes de las ocho de la noche, los 'teletipos', o sea, los tipos de la tele (y los de la radio y los de los periódicos digitales), empezaron a echar humo. A las ocho en punto, su santidad Florentino Pérez, anunciaría, orbi et orbi, desde el vaticano balompédico, el estadio Santiago Bernabéu, el advenimiento de un nuevo entrenador (cojan una foto del papa Francisco y sustituyan su cara por la de Florentino, verán si tengo o no tengo razón). Y así sucedió: a la hora prevista, fue revelado al mundo su nombre: Zinedine Zidane. ¿Quiere esto decir que Zidane había sido el único hombre en el que 'dios' pensó para enderezar los designios del Real Madrid? Calla, mujer. Días antes, algún exégeta de la cosa (intermediario, asimismo, entre la 'Casablanca' y los hombres) había dado por hecho que el sustituto del 'sentenciado' Solari sería el más guerrero de los entrenadores mundiales, Mouriño, claro, y que era cuestión de horas el anuncio de su vuelta al Bernabéu. Entre tanto, en cierta tertulia de sabios del balompié ("tiene que haber gente pa to", dijera El Guerra cuando le presentaron a Ortega y Gasset), se dijo que muy posiblemente Florentino renunciaría al fichaje del controvertido entrenador portugués, por miedo a las presiones de ciertos periodistas, entre los cuales citaron a la cuadrilla del Dalay Manolo Lama, aquél que en cuña publicitaria no se cansó de decir la 'líbido', en lugar de la libido, hasta que este particular lo 'denunció' en estas páginas. En fin, que visto el devenir de los acontecimientos, parece que el exégeta tenía razón. Si no lo veo, no lo creo: los periodistas del fútbol devenidos en grupo de presión ante el vaticano blanco. Pero tiene pinta de ser verdad. Por lo que a continuación se verá.
  Lo dijo Tierno Galván, fino punto filipino: "Pareciera que hoy no hay cosa más importante que marcar un gol". Eso era antes, profesor; hoy, ni siquiera lo son los tres que Cristiano le endilgó al Atlético, ay. Hoy, amigos míos, más importante que marcar un gol, es narrarlo. Dónde va a parar. En nuestros días, la narración de los partidos ha adquirido tanta relevancia, que es capaz de llevarse por delante incluso la programación dominical de cualquier emisora. En efecto, cuando más tranquilo estás, irrumpe de súbito una voz vocinglera que anuncia el comienzo del gran espectáculo: la retransmisión de un partido matinal-dominical, no ya de la selección, como antaño, sino un Leganés-Rayo cualquiera. Que eso lo haga una emisora privada, tiene su explicación, pero que lo haga Rne, que no depende de la recaudación publicitaria, me parece la más clara contribución a la decadencia nacional en particular y a la de la especie humana en general.
   "No es verdad que el hombre provenga del mono, pero lo cierto es que vamos al mono de forma inexorable", dijo Schopenhauer. Ahí lo tienen. Estoy persuadido (loor a Julián Marías) de que cuando dentro de algunos siglos se estudien las causas de le regresión del "homo sapiens sapiens", la primera y principal será el deletéreo influjo del hatajo de vocingleros que, a la hora de narrar un gol, aúllan como mentes enloquecidas. Atapuerca está a la vuelta.

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