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...Y CIRUGÍA


   “Decíamos ayer”, que así ‘continuase’ su lección San Juan de la Cruz, según Pedro Sánchez, ese pedazo de monstruo de la cultura, o sea, Fray Luis de León, de vuelta a las aulas, acabado el paréntesis carcelario inquisitorial, les decía que la semana pasada acababa mi columna dejando pendiente la segunda parte de la primera titulación de todo médico: Licenciado en Medicina y Cirugía. Era a propósito de unas declaraciones del Consejero de Sanidad, señor Vergeles, en el que expresaba su deseo de prestigiar la Atención Primaria en las facultades. Pues mira tú por dónde, de pronto me acordé de que no ha muchos lustros publiqué en estas páginas una cosa en la que decía que no había profesionales más desaprovechados que los Médicos de Familia. Luego de seis años de licenciatura, más cuatro de MIR, los médicos de Atención Primaria tienen los conocimientos necesarios y suficientes para disminuir al mínimo la insoportable lacra de las listas de espera no quirúrgicas, y con un pequeño empujoncito, buena parte de las quirúrgicas. Me explico.
  Una tarde de verano (podría haber sido de invierno, o de primavera, o de otoño), me cayó sobre la frente un objeto contundente, provocándome una brecha que sangraba abundantemente. Con las mismas, llamé al doctor Pedro Gómez, mi hermano el chico. Vente p’acá. Y apretándome la herida, me fui p’allá. Sobre la marcha, me aplicó con tanta perfección los puntos de sutura, gracias, hermano, que hoy día ni él ni yo sabemos dónde estuvo la herida. Ni señal, vamos. ¿Cirujano plástico mi hermano? Qué va. Mi hermano es un probo facultativo de Atención Primaria. Lo que pasa es que trabaja en una empresa que, por el cuento que le tiene, se preocupa de formar a sus facultativos en esos menesteres. Mi hermano es médico de/en una mutua de accidentes de trabajo.
  La cosa viene a cuento no sólo por las afirmaciones del Consejero, sino que se me puso en pie, mayormente,  por la monstruosa lista descubierta en una ‘sima’ en la que el gobierno socialista andaluz venía escondiendo durante los últimos siglos a los pacientes en espera de una consulta o de una operación: 850.000 en números redondos (consúltense hemerotecas). Pues bien, absolutamente seguro estoy de que los médicos de Atención Primaria, convenientemente ‘reciclados’, podrían sin problema alguno con un buen porcentaje de las consultas médicas. ¿Y qué me dice usted de las operaciones? Ahí quería yo llegar. Las mutuas de accidentes laborales, ya está dicho, llaman a capítulo periódicamente a sus facultativos para instruirles en las actos quirúrgicos que no precisan de grandes dotaciones instrumentales. ¿Ustedes creen que si la medicina pública hiciese lo mismo, durante la formación MIR y después, los médicos de familia no se atreverían con un gran bocado de la lista de espera quirúrgica? Hombre, como está mandado. Les recuerdo que el título nos faculta para la Medicina y para la Cirugía.
  Más de uno se preguntará que, siendo tan cierto lo de las mutuas, ¡entidades paraestatales para más inri!, por qué no se hace lo mismo en la medicina pública. Está muy claro: porque, en las mutuas, el rendimiento profesional es un valor fundamental, no así en la gestión de la sanidad pública, no sé si me entienden.
  Señor Consejero, ahí queda la idea. De nada.      
   
  

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