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Mostrando entradas de febrero, 2020

EL VIRUS

    Desde que uno tuviera la impagable fortuna de ser alumno, Salamanca, del egregio profesor Rodríguez Villanueva, recién egresado que estaba don Julio de Oxford, nunca me he llevado mal con los virus, ya me entienden: la virología había sido su campo de trabajo en tan prestigiosa universidad. Pero luego de lo dicho por el colaborador de este periódico, el prestigioso doctor y profesor de enfermedades infecciosas, don Agustín Muñoz Sanz, a uno no le queda nada que argüir de la parte científica de la cuestión: “Si la gripe se llamara coronavirus, estaríamos todos con mascarilla”. Más claro, agua. Por si faltaba algo para el euro, el profesor Muñoz ha afirmado, asimismo, perdón, aseverado, que es como se dice ahora en el argot periodístico: “Siempre hay una epidemia a mano para distraer la atención de los problemas reales”.    Yo no estoy muy seguro de que la intención de los medios sea o no la de distraer la atención del personal (por ejemplo, de la gloriosa...

PARA MAYORES DE SIETE AÑOS

                 PARA MAYORES DE SIETE AÑOS              Agapito Gómez Villa    Aunque bien pudiera ser, lo de hoy no es consecuencia de esa fiebre que nos ha invadido recién, sí, la calentura trasmitida por el muy contagioso y ubicuo virus LGTBI. Lo de hoy viene de lejos, de muy lejos. Lo cual que muchas veces estuve tentado de hincarle el diente. Mas, comoquiera que la mies temática es abundantísima, lo he venido dejando, por ver si a alguien se daba cuenta de tan visible desmán. Vana esperanza la mía. Hasta que el otro día, “harto ya de estar harto”, me dije, indignado: me van a oír (qué más quisiera yo).     Fue el caso que, el domingo pasado, poco más de las diez serían, enfrascado que andaba en el magnífico ensayo, HOY, del buen escritor, Eugenio Fuentes, “Los gritos del campo” (cuán arduo me lo fiáis), oigo unos gemidos, “de esos que resucitan a un muerto”, según cuent...

TENGO MIEDO

TENGO MIEDO         Agapito Gómez Villa   A los trece años, conseguí por fin la ansiada tabla de salvación de mi vida, la beca, 10.800 maravillas pesetas, que era justo lo que importaba el hospedaje, Casa del Sol, padres de la Preciosa Sangre, Cáceres, humildísimo lugar en donde pasé unos años gloriosos. Digo hospedaje, porque nuestro centro académico era el instituto "El Brocense", en donde tuve la inmensa fortuna de dar con un ramillete de profesores extraordinarios. Para el que no lo sepa, los becarios de entonces (los verdaderos becarios), para continuar siéndolo, estábamos obligados a sacar nota media de notable, como mínimo, lo cual, por otra parte, nos daba fama de buenos estudiantes. Yo tenía muy cerca un lastimoso precedente: el de dos paisanos que, en el curso precedente, al no alcanzar la nota exigida, hubieron de regresar al pueblo, posibilidad que a mi me aterraba. Con tales premisas, me dediqué a la labor con tal ahínco, que me pasé ...

SALAS DE JUEGO (2)

       SALAS DE APUESTAS (2)             Agapito Gómez Villa      Me cabe la satisfacción (triste satisfacción) de haber sido de los primeros en poner el dedo en llaga del feo asunto de las casas de apuestas, no ha muchos meses, en estas páginas. Fue a raíz de un reportaje publicado en este periódico en el que cierto varón confesaba que por culpa del juego lo había perdido todo: su mujer, sus hijos, su trabajo. Será casualidad, pero a partir entonces, raro es el día que no aparece algo relacionado con el particular. Hace pocas semanas: “Llevo varios años luchando desde el anonimato, desde la vergüenza”, gritaba una madre desesperada. O anteayer mismo: “Charla coloquio para concienciar a los jóvenes sobre la problemática de las salas de apuestas”, en Villanueva de la Serena. Le llaman problemática al gravísimo problema de las ludopatías. Si no recuerdo mal, en aquel escrito acababa diciéndole al presidente de la...

COWBOYS DE MEDIA NOCHE

  Ya tenía yo ganas de dedicarles unas palabras a dichos ‘boys’, pero no encontraba el motivo de donde ‘colgar’ la cosa. Y lo vine a encontrar la otra noche, en la ceremonia de los Goya, maldita la gracia, ay. ¿Qué quiénes son esos señores? Se trata de una terna, a cual de ellos más sabio, que intervienen en un programa de radio dedicado al cine, pastoreados por el buen periodista, Luis Herrero, cuyo título es, precisamente, el de este escrito. Entre los tres, reúnen toda la sabiduría del mundo, excepto los saberes científicos, que no se puede estar en todo. Escucharlos es “Una delicia   sen rival”, que reza la propaganda de un café portugués. El uno se llama Eduardo Torres-Dulce, nombre que sonará a más de uno, pues que ocupó el cargo de Fiscal General del Estado, no ha muchos años. El otro se llama Luis Alberto de Cuenca, erudito a más no poder en el grandioso universo de la cultura greco-latina, casi nada; no conforme con lo cual, un verano de estos, como el que no quie...