Se me vino a las mientes cuando el otro día Cayetana le recordó a Pablo, “Ese Hombre”, que su padre había pertenecido a una organización revolucionaria, antifascista, patriótica y todo eso. No se imaginan lo que a mí me hubiera gustado apuntarme a alguna agrupación de ésas, ¡no violenta! (detesto la violencia), y habérselo contado hoy a mis nietos, tal que hiciera tío Marcial, un hermano de mi abuelo Agapito, que un día, ya en plena democracia, me mostrase, cual preciados tesoros, el carnet del Partido Comunista, junto al de guardia de asalto de la República, Madrid. Por no tener, no tuve ni el de la OJE. La única cuadrilla a la que pertenecí fue al Club de Kitín, el muñequito del chocolate Nogueroles, cuya insignia lucía orgulloso en el jersey de los domingos. A mí, los del FRAP me habrían podido enganchar por la FUDE, Federación Universitaria Democrática Española, una de las miles de asociaciones que integraban aquel populoso movimiento revolucionario, c...
Artículos de opinión publicados por Agapito Gómez Villa