VIRUS: UNA MÁQUINA PERFECTA
Agapito Gómez Villa
Este artículo bien podría haber ido en la misma dirección que el que el otro día publicase Javier Marías, bajo el título de "Terrorismo informativo". Es que no se puede llamar de otra manera a lo que están haciendo los medios de comunicación, las televisoras a la cabeza, con el tratamiento de la pandemia (sadismo llega a llamarle Marías): veinticuatro horas sobre veinticuatro, dedicadas a informar sobre el particular, casi en exclusiva (sin el 'casi' durante el confinamiento). Qué digo informar: atemorizar, que ya son muchas las personas normales que conozco que han decidido no ver informativos, cosa que, por cierto, yo aconsejé en estas páginas en su día. Es que el `sadismo` ya no se limita a los aspectos sanitarios de la pandemia, sino que ahora la han emprendido con los inevitables efectos sobre la economía: España es el país de Europa más afectado por la crisis, repiten cada dos por tres. Y luego van repasando cada uno de los sectores afectados, o sea, todos, "noshajodío". Les apuesto lo que quieran a que acaban diciendo que este año se han vendido menos reclinatorios. Qué sensibles los mis niños. Tan sensibles, que han logrado colar/calar en el maltrecho subconsciente del personal que contagiado es sinónimo de enfermo; que enfermo es sinónimo de hospitalizado; que hospitalizado es sinónimo de conectado a un respirador, y por ahí seguido. A eso tenemos que añadirle la insensata manía que han cogido de hablar de los ciento y pico mil muertos de algunos países, sin hablar una palabra de que son los más poblados del mundo. Pa matarlos. Ni imaginarme quiero la que pueden liar cuando llegue la epidemia de gripe.
Pero, aunque parezca mentira, yo no quería ir por la senda de mi quinto, Marías. De lo que quería hablarles en realidad es de un aspecto de los virus que hasta ahora no he visto comentado en parte alguna; de cualquiera de los miles de tipos de virus que existen en todos los rincones de nuestro planeta, ¡no patógenos en su inmensa mayoría!: "Los virus son estructuras hiperperfecionadas, descendientes de células que habrían evolucionado liberándose del molesto material de la reproducción para reducirse a la mínima expresión y conseguir así la mayor eficacia". dice el gran biólogo francés, Jöel de Rosnay, integrante de la santísima trinidad de sabios que intervienen en "La historia más bella del mundo" (los otros 'dioses' son un astrofísico y un antropólogo). ¿Por qué y para qué tanta perfección? "Porque, para reproducirse, el virus se ha desprendido de todo el material sobrante". Es decir: "Utiliza la célula como una fotocopiadora". Para esa labor, se hace el amo de la sala de máquinas del ser 'parasitado', en cuyo genoma es capaz de producir mutaciones, no necesariamente 'malas', claro es. Cuidado allá si un día no nos enteramos de que ese 1% genético que nos separa de los primates, no se lo debemos a una mutación producida por un virus.
Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiars...