CANTAR UN GOL
Agapito Gómez Villa
Alfonso Ussía, maestro también del columnismo, dice que a los pacientes, perdón, a los lectores, en qué estaría yo pensando, no les gusta que escriba de fútbol (hay mucho personal adicto a la cosa de la política, ese venenoso veneno, segregado por los malos políticos y servido a todas horas por los medios de comunicación, especialistas en malmeter, “pro domo sua”). Mas comoquiera que mañana (escribo el viernes) se juega la final de la Copa del Rey entre el Real Madrid y el Osasuna, perdón, Osasuna, sin artículo, qué mejor ocasión para tratar sobre el particular.
Don Enrique Tierno Galván, un señor que fuese alcalde de Madrid, segunda mitad del siglo pasado (si ya hay muchos que no saben quién era Tierno, cómo van a saber quién era José Antonio Primo de Rivera, aquel muchacho que fue fusilado a los 33 años, hace casi un siglo, so tontos, que estáis tontos: me refiero a los que han removido sus huesos con intenciones espurias/espúreas), les decía que don Enrique, aquel señor que gastaba chaqueta cruzada, que hubiera escrito el gran Cela, dijo una vez que pareciera que lo más importante que existe en este mundo es marcar un gol. A raíz de aquello, siete lustros lo menos, le dediqué unas líneas en las que venía a decir que tenía razón don Enrique, pero que aquello ya estaba periclitando. En efecto, por entonces había ya en ciernes algo que empezaba a ser más importante que marcar un gol: cantarlo, contarlo, narrarlo.
No iba yo muy desencaminado, no. En un ‘crescendo’ imparable, de aquellos sobrios goles narrados por José Ángel de la Casa, de tan grato recuerdo, gol de Butragueño, se fue pasando a los goles gritados a pleno pulmón, lo mismo fuere el 1-0, que el sexto gol de un 6-0. Pero no sólo se fue transformando el canto del gol (no confundir con “El canto del Loco”), sino que, émulos de sus colegas de la radio, que por razones obvias se ven obligados a contar/cantar con suma alacridad los pormenores que acaecen en el terreno de juego, los de la tele comenzaron a hacer lo mismo, de modo y manera que te van contando lo que estás viendo con tus propios ojos, con un par. Vamos, como si la narración fuese para invidentes. O lo que es peor, como si los espectadores fuésemos gilipollas. Yo no voy a caer en la tentación de citar a Jiménez Losantos, “lo peor del periodismo es el periodismo deportivo”, pero algo tiene que tener el agua cuando la bendicen.
Alguien que no sea muy aficionado al fútbol, pensará que estoy exagerando. ¿Exagerando? “Vamos a ver cómo se ha cantado el gol en la Cadena Cope” (la Ser, Onda Cero…). Varios minutos después de haber subido el gol al marcador, en un recuadrito de la pantalla aparece la imagen del locutor diciendo: gooooooooooooool de Fulanito. Previo pago de su importe, dicen. Pa matarlos.
Yo, claro es, me defiendo: veo los partidos sin sonido.
Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiars...