LO QUE NO PUEDE SER, NO PUEDE SER
Agapito Gómez Villa
Los hechos acontecidos en el país vecino, Francia, son de una gravedad tan extrema, que uno se sorprende de que no aparezcan a diario en las portadas de todos los medios de comunicación. ¿Para no favorecer a Vox, tal que aducen algunos? No me lo puedo creer. El detonante ya lo conocen: la muerte de un joven de diecisiete años por disparos de un policía, algo de todo punto execrable, con voluntad o sin voluntad de matar. El incendio provocado ha sido de tal virulencia, que sólo se explica porque la chispa saltó en terreno abonado, extraordinariamente abonado. Mismamente, como los incendios forestales en España (toco madera). Y aquí vienen al pelo las premonitorias palabras de aquel pájaro de cuenta que fuera Hasán II, listo como el hambre, palabras rescatadas de una entrevista desempolvada: “Nunca se integrarán. Hablo por los míos. Nunca serán franceses al 100%”. That is the question: la no integración de los magrebíes en Europa. Y eso que ya van por la tercera generación. A lo que se ve, de nada ha servido la mejor de las voluntades para el entendimiento entre ambas culturas: la creación del grandioso y majestuoso IMA, Instituto del Mundo Árabe. Es que “lo que no puede ser, no puede ser; y además es imposible”, tal que dijera el Guerra torero. A los hechos me remito.
Con integración o sin ella, soy incapaz de asumir, ya digo, la escasa difusión dedicada al hecho francés por nuestros medios de comunicación, siquiera por la proximidad. Y por las barbas: no he visto a nadie que las haya puesto en remojo, refrán que no podemos aplicarles a los que no son nuestros vecinos, los norteamericanos, un suponer, en cuyo corazón tuvo lugar uno de los sucesos más graves de los últimos siglos, el asalto al Capitolio, con sus cinco muertos, brutal acontecimiento que, al igual que las salvajadas de Francia, tampoco fuera suficientemente ‘valorado’ por nuestros medios.
Tengo para mí que los medios están a lo que están, cada uno a lo suyo: a defender sus parcelas, la económica y la ideológica (por ese orden). ¿Y qué pasa con la verdad? “La verdad os hará libres”, dijo Jesús. A lo que Pilatos le contestó desde otra ‘emisora’: “¿Qué es la verdad?”. No consta en los evangelios, pero conociendo al personaje, no me extrañaría nada que Cristo le hubiese respondido que la verdad es según el periódico que se lea. Quien dice periódico dice emisora, cadena de televisión, etc. (Lo de Campoamor tampoco habría quedado mal aquí: “En este mundo traidor…” Vamos, lo de siempre: que la verdad depende del color con que uno mire.)
Volviendo a lo de Francia: pareciera como si el ‘insuficiente’ tratamiento informativo de los gravísimos sucesos vecinos fuese la respuesta a la humillante actitud de los franceses con los casi mil muertos que mató la eta. “¿Qué es la eta”, contestó un vecino del lugar cuando cayó la cúpula de la banda en Bidart. Aquel bofetón me duele todavía.
Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiars...