Ni que decir tiene que el título precedente es una paráfrasis de Proust, “Por el camino de Swann”, primera entrega de su monumental obra, “En busca del tiempo perdido” (yo soy proustiano por la gracia de Dios). La idea se me vino a las mientes en cuento me enteré del anuncio de Joaquín: su última gira, “Hola y Adiós”, será en 2025. Pues bien, aprovechando el eco de la noticia, quiero proponer y propongo la creación de “El camino de Sabina”, a imagen y semejanza del Camino de Santiago, dicho sea con todos los respetos.
“Cuando la muerte venga a visitarme / que me lleven al sur donde nací”. Ahí está. Llegado el “delicado momento”, haremos una colecta (‘crowdfunding’ dicen los analfabetos que quieren hacerse los modernos) entre todos los sabinianos del mundo, millones, con el fin de erigirle un sencillo mausoleo en las inmediaciones de Úbeda, adonde acudiríamos en peregrinación, yo el primero, desde todos los puntos del orbe. A euro por barba, bien podríamos construirle una catedral, laica, claro, pero con una capillita semejante a la de Bob Marley sería suficiente (en su día, se le podría hacer un sitio a la sombra a una pareja de geniales jienenses: Eslava Galán y Muñoz Molina).
Sí, ya se que en versión posterior de la misma canción, el poeta dice: “Cuando la muerte venga a visitarme / no me despiertes, déjame dormir, / aquí he vivido, aquí quiero quedarme / pongamos que hablo de Madrid”. No pasa nada. La mitad de las cenizas para un lado y la otra mitad para el otro. Y aquí paz y después gloria.
Habrá algunos que me llamarán exagerado, pero creo que esta vez no tienen razón. Yo prefiero lo de Bob Marley, a lo que cuenta Manuel Vicent sobre Dylan Thomas: “En algunas tabernas sagradas de Londres siempre hay un devoto que proclama su gloria acodado en la barra”. O lo que se encontró cuando fue a visitar los lugares que frecuentase Tennessee Willians en Nueva Orleáns: “Recorrí algunas calles con casas de madera en cuyos porches había borrachos de mirada turbia con botes de cerveza en la mano. Por aquellas calles vagaba su alma”. No me digan que no es más digno lo del mausoleo.
“Por si quedase alguna duda”, dice Torrente, talento impagable, en la canción que canta junto a Sabina, “Apatrullando la ciudad”. Pues bien, por si quedase alguna duda, he ahí las palabras rescatadas de un periódico argentino, hablando de la ‘última’ gira sabiniana: “La oportunidad de despedir unas canciones que, aun siendo demasiado jóvenes para la eternidad que les aguarda, y que, de tan nuestras ya, no parecen venir de un cantautor, sino de las fuentes mismas de la tradición popular, resistiendo incólumes el paso de sucesivas generaciones”. (Yo me quedo con la ‘elegía’ a otro andaluz excepcional, Jesús Quintero. En ella está toda la sabiduría que entra por los pies, que dijera Cernuda. Vaya trío.)
En fin, Joaquín, que yo no quiero que te mueras; pero tampoco me gustaría que tuviesen que llevarme en silla de ruedas.
Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiars...