LA ORQUESTA DE DAVID
Agapito Gómez Villa
Ayer me llevé un gran disgusto. Voy a ello. Rodríguez Ibarra, personaje controvertido donde los haya, pasará a la historia no por haber sido el ‘lendakari’ extremeño durante medio siglo (gracias, muchas gracias, por la autovía Cáceres-Badajoz), ni por ser una de las luminarias del Consejo de Estado, esa sala de máquinas bien ‘pagá¡, 100.000 al año por barba, de donde bebe a diario todo presidente del Gobierno, sino por haber sido el artífice (responsable dicen los analfabetos) de tres auténticos monumentos, a saber: el Centro de Cirugía de Mínima Invasión (un milagro en el secarral), el museo Helga de Alvear (nadie lo quiso antes) y la Orquesta de Extremadura. ¿Que de dónde viene el disgusto? Marchando la explicación.
Ayer me enteré de que la Orquesta extremeña se ha quedado sin director. El disgusto ha sido tan grande como la alegría que me llevé cuando en su día supe, asombrado, que el director era Andrés Salado, un profesional de primera, que acabará dirigiendo alguna de las mejores orquestas del mundo, ya lo verán, pues que a sus grandes dotes para el oficio, añade un gran talento: sólo hay que escucharlo un momento. No entro, ni es mi cometido, en las causas que han llevado a la ruptura, pero por lo que conozco al personaje, estoy seguro de que la persona que ha propiciado la ruptura es sorda para la música. Vamos, como si a mí me nombraran director de un museo de pintura. Un paréntesis: “El arte tiene que conmover”, no basta con que guste más o menos.
En fin, que ha llegado el momento de decirles que tengo la solución, si no definitiva, quién sabe, al menos provisional, hasta encontrar a otro Salado, cosa difícil: al tiempo. Vamos a ello. Nuestra magnífica orquesta está sustentada en una Fundación, integrada por la Junta, las Diputaciones de Badajoz y Cáceres y la Uex. ¿De qué me sonará a mí tanto la Diputación de Badajoz? Ah, claro: ¡del hermano de Pedro Sánchez!, que por cuatro perras, unos 123.000 euros, fuera nombrado hijo adoptivo de dicha institución, según pude leer ayer en este diario. He aquí, pues, la solución. En efecto: aprovechando la rima, solución/institución, se me ha ocurrido una idea, genial como todas las mías. ¿A qué se dedica David Azagra, que así se hace llamar el hermanísimo? A la música. Pues ya está, alma de cántaro, se le nombra director de la Orquesta extremeña y pelillos a la mar, a través del Guadiana y sus nenúfares (los pelillos serían los problemas judiciales que tantos dolores de cabeza van a proporcionar a tirios y a troyanos).
¿Que David no es director de Orquesta? Eso se arregla con un cursillo acelerado, que no creo que le costara mucho ponerse al día. Mataríamos, con perdón de los ecologistas, dos pájaros de un tiro: la Orquesta tendría un director afamado, con lo que eso conlleva, y la Diputación de Badajoz rentabilizaría los miles de euros que le costó el nombramiento de hijo de adoptivo de David.
De nada.
Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiars...