Ir al contenido principal

La historia en mi mano


  Noticia de alcance (de esta semana): el gobierno suprime varios cientos de coches oficiales. Un loro más de la pajarería, comentara Sorayita anteayer; del derroche y la sinrazón, añado yo. Me encanta que la historia me coma en la mano. Nos ha jodido: ¡y a quién no! ¿Se acuerdan ustedes de los escritos que uno le ha dedicado al particular? Una docena. Pues bien, después de que las Comunidades Autónomas (esa ruina con los días contados: al tiempo), metieran mano en el afrentoso asunto, sembradas de coches negros y relucientes que estaban, al fin, mil mundos después, el gobierno de España ha decidido actuar en consecuencia: se acabaron los coches oficiales para todo mindundi. Mas, comoquiera que aún son varios cientos de miles los odiosos vehículos que quedan en circulación (no lo puedo remediar, me pongo de los nervios cada vez que veo uno), se me ha ocurrido una idea, brillante, como todas las mías, para el mejor uso (ahorrativo) de los mismos.

  “Las comidas de trabajo” se intitulaba el primer escrito que el entonces director, don Teresiano, me publicase en esta sección, 25 años ha. Con el fin de ahorrar en comidas oficiales, pagadas con dineros públicos, decía yo en tiempos: “Con lo barato y entrañable que resultaría repartirse a los visitantes entre las autoridades locales. Un suponer, el señor ministro, a casa del alcalde; el secretario, a casa del teniente de alcalde; los directores generales, a las de los concejales, etc. Así, estrecharían lazos familiares y de camino el señor ministro daría su cabezadita, calzando viejas y cómodas zapatillas de su anfitrión…” Pues bien, en esa línea va mi idea para el buen uso, que no disfrute, de la inmensa flota de coches oficiales restantes.

  ¿Recuerdan al conductor cazado cuando viajaba por el BUS-VAO, Madrid, carretera de La Coruña, con una bella maniquí en el asiento del copiloto? Se trata de un carril, sin atascos, destinado exclusivamente a autobuses y Vehículos de Alta Ocupación (como mínimo, dos personas), ideado con el fin de disminuir el número de coches en la carretera y de camino promover el ahorro en carburantes. ¡Ya está! Teniendo en cuenta que son miles los coches oficiales que, provenientes de provincias, acceden diariamente a Madrid, así como a las capitales autonómicas, procedentes de su ámbito, propongo solemnemente lo que ya están ustedes imaginando, sí: ¡pero si es de cajón de madera de pino!

  A Mérida, desde todos los puntos cardinales, acceden a diario cien coches oficiales, como mínimo. Desde Mérida, hacia todos los puntos cardinales, parten a diario otros cien. Pues bien, en adelante, no quiero ver ningún coche de esos que lleve dentro menos de dos políticos; si son cinco mejor, que los coches que llevan son amplísimos. Me da lo mismo el pesebre del que coman. La cosa, claro es, no está pensada para que funcione sólo por comunidades autónomas, como las tarjetas sanitarias (pa matarlos). Los miles de políticos de Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura, cuando hayan de acudir a Madrid, deben de ponerse de acuerdo para lo mismo: los de Sevilla, que pasen a recoger a los de Mérida y Cáceres, y éstos que recojan en Talavera a los de Toledo. Ya está bien de tanto derroche, de tanta leche, de tanto coche.

  

  

Entradas populares de este blog

MUFACE Y LA MINISTRA IGNORANTE

Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiars...

Dos soles y cuatro lunas

  Pasado mañana, a las doce en punto de la noche, despediremos un año, y un instante después, estrenaremos uno nuevo. Y la Tierra, que es la madre del cordero, sin enterarse de la misa la media. ¿Por qué digo esto? Hombre, está muy claro. ¿Qué es un año? Un año, lo saben muy bien los niños, es el tiempo que pasa entre los regalos de un cumple y los del cumple siguiente. Aniversarios infantiles aparte, un año, como es sabido, es una medida astronómica: el tiempo que la Tierra tarda en completar una vuelta alrededor del Sol, a la módica velocidad de 108.000 km por hora, con lo que dónde coños estaremos cuando acabe de escribir esta columna. (Si a eso le añadimos que el Sol se está moviendo a una velocidad infernal, en derredor del centro de la galaxia, la Vía Láctea, y que nuestra galaxia se aleja como un rayo de las galaxias vecinas, ya tenemos el lío montado. Ah, se me olvidaba decir que la Tierra también gira sobre sí misma. Con todo ese jaleo de movimientos, no me extraña nad...

DE LOS ALERTEROS Y LOS POLÍTICOS

Se han pasado el verano acojonando al personal con alertas por la caló (les gusta más una alerta roja que a un tonto una tiza), y para una vez que han podido lucirse, la DANA valenciana, ha pasado como en el cuento del lobo. Me refiero a los saltimbanquis/as que han convertido una ciencia, la meteorología, en un espectáculo circense, que lo único que les falta es comenzar sus intervenciones como aquellos genios que hubo: “¿Cómo están ustedeeees?” Tendrían que aprender del profesor Jorge Olcina (COPE) y de José Miguel Viñas (Rne), o de Mario Picazo, físicos todos, unos señores que tratan la meteorología con un rigor y una seriedad que da gusto, no como esa pandilla de histriones/as, ya digo, que parece que fueran ellos los hacedores del clima. Así les ha lucido el pelo con la “DANA más catastrófica del siglo”, que es como titulan ‘los otros’ a todas horas, tal que si estuviéramos ya en el 2099. Dice José Antonio Maldonado, físico también, que no entiende por qué se tard...