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Pobre Goya


   Yo tampoco vi la ceremonia de los Goya. ¿Que por qué? Muy sencillo: desde aquel bochornoso espectáculo de las pegatinas con el “No a la guerra”, cuando reinaba Aznar, la gente del cine, en conjunto, se me ha convertido en gentuza. Individualmente, claro está que respeto y admiro a algunos (algún Sacristán, alguna Velasco), pero todos juntos en unión, vestidos todos de ricos, para mí son gentuza de la peor calaña, que merecen ser llamados como los llama el más talentoso y docto de los comunicadores patrios, Federico Jiménez Losantos: titiriteros, o sea, con perdón de los entrañables titiriteros de antaño, a los que Serrat dedicase bella canción.

  Resulta que cuando la primera guerra del Golfo (Bush padre), Felipe González manda, para hacer bulto más bien, un buen contingente de soldados de reemplazo. Pues bien, en la subsiguiente noche de su aquelarre ‘goyesco’ (pobre Goya), ninguno de los ‘pegatineros’ enarboló una humilde pegatina siquiera. De haberlo hecho, seguro estoy de que habría sido expulsado a las tinieblas exteriores por el resto de la manada. Ido que fuera Aznar, que a más de dejarse abrazar por Bush hijo, tan sólo fletó un barco-hospital a la segunda guerra del Golfo, adviene, a lomos de la sangre derramada un 11-M, el de la infausta memoria, o sea, Zapatero, el cual manda retirar, manu militari, nunca mejor dicho, nuestras tropas de Iraq, pero envía, ay, una nutrida presencia de soldados a las ratoneras de Afganistán, en donde, a pesar de no haber guerra, son ya cien los soldados españoles muertos, que se dice muy pronto: cien (100). ¿Ustedes vieron alguna pegatina titiritera contra la guerra de Zapatero? Oiga, es que lo de Afganistán no es una guerra, que lo decía Carmen Chacón, portentosa ministra que fuera de la cosa. Pues anda, que si llega a serlo, no habríamos ganado para queroseno de tanto repatriar cadáveres. Ah, por supuesto, como en tiempos de Zapatero no había paro ni hubo recortes, a cuento de qué iban a protestar los cineastas, si todo era una dulce balsa de aceite.

  Y así llegamos a los Goya de este año, que mira tú por dónde, que casualidad, coinciden otra vez con un gobierno de la derecha en La Moncloa, el cual, sinvergüenzas aparte (en adelante: “en todos los sitios se cuecen Bárcenas”, y Urdangarines), no ha tenido más remedio, a la fuerza ahorcan, que dedicarse a poner un mínimo de orden en las cuentas. Ya saben lo sucedido: tiempo les ha faltado a los titiriteros para montarle el pollo sectario y mentiroso de los hospitales sin agua ni mantas.

      (Unos instantes de publicidad y enseguida vuelvo).

  Ya estoy aquí. Muy feo y execrable es todo lo anterior. Pero eso no es nada comparable con lo que sigue (no es la primera vez que lo escribo). Todos los años, desde hace muchos, se viene celebrando en San Sebastián el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, para que quede claro. Como es natural, tratándose de cine, a dicho Festival han venido acudiendo muchos de los pegatineros/titiriteros de los Goya. Pues bien, ni en los años más tenebrosos de la ignominia asesina etarra, he visto una sola pegatina con el “No a la eta”. Repugnante cobardía se llama esa figura, sectarios y mentirosos titiriteros. 

 

  ¿Subvenciones para el cine? Anda ya. Ni un p. duro.

 

  

  

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