Hoy tocaba
hablar de la ambulancia: la que presuntamente le fuera denegada a la niña de
tres años que luego muriese por “una simple varicela”, según he leído en un
periódico, no recuerdo cuál, tanto da. Hay que joderse y agarrarse para no
caerse: como si la varicela no fuese capaz de producir (excepcionalmente, por
fortuna) una convulsión en el sistema inmunológico y llevar a la muerte por una
sepsis bacteriana, como sucedió en este caso. Hoy tocaba hablar, ya digo, de cómo
un titular periodístico malintencionado (con intenciones aviesamente sensacionalistas)
es capaz de levantar una polvareda inmensa, que, como tal polvareda, se ha disipado
en cuanto ha pasado un vientecillo con la verdad. “Muere una niña del Condado
de Treviño tras serle denegada una ambulancia de Vitoria”. ¿Qué entendió todo el
mundo cuando leyó la noticia? Está claro: que la niña murió por la falta de una
ambulancia, negada por ser de otra comunidad autónoma. Mentira cochina. No hubo
denegación de ambulancia. En el 112 vasco (para el que no lo sepa, el Condado
de Treviño, donde vivía la niña, es un islote de Castilla-León en el corazón de
Álava), se actuó como se hace habitualmente, una vez valorado el caso.
Comoquiera que la niña había sido dada de alta el día anterior en el hospital
de Vitoria, remitieron el caso al médico de la localidad, que no llegó a tiempo
de verla: ante el empeoramiento del cuadro (convulsiones), los padres hicieron
lo que tendrían que haber hecho desde un principio, sin llamar a dios ninguno:
llevarla de nuevo en su propio coche al hospital, distante veinte km, en donde
moriría poco después. ¿Dónde coños está la denegación de la ambulancia? ¿Hubiera
evitado el vehículo la muerte por sepsis estreptocócica en los diez minutos del
trayecto? No me digan. La niña hubiese muerto, pero no habría sido noticia, ay.
El quid estuvo en el alta la noche anterior, pero eso no cuenta
informativamente.
Lo cierto y
verdad es que, los mismos medios que titularon del modo más avieso, han
aprovechado la ocasión para cargar contra los médicos y su corporativismo, y,
asimismo, para meterle el cuerno a la división de España en diecisiete solares
sanitarios independientes, con lo que no puedo estar más de acuerdo (me refiero
a las cornadas), aunque, en este caso, nada tuviera que ver con el fatal
desenlace. Dos botones de muestra. Usted puede conseguir una tarjeta sanitaria
que le sirve para toda la Unión Europea, pero su tarjeta del SES no sirve fuera
de Extremadura. Toma ya. Y para remate, la locura: ¿usted sabe que ha habido
varios calendarios de vacunaciones al mismo tiempo, dependiendo del gusto de
los mandamases de cada comunidad autónoma? Pa matarlos.
De eso
quería hablarles, ya digo. Pero en esto va el hijo de Suárez y nos dice que su
padre se muere. De Suárez, el que más sabe es Martín Tamayo, al cual,
comentando que estábamos la gran categoría humana de Fernández Vara, le pregunté
que si había conocido a alguien mejor. “Adolfo Suárez”, contestó como un
resorte. Con eso está dicho todo. Esperemos que ahora Tamayo nos cuente todo lo
que calla. Él no va a contar una cosa: que Suárez le prometió hacerlo ministro
del interior si le volvían a nombrar presidente, cuando aquel lío de la fallida
operación Roca.