TERRORISMO INFORMATIVO
Agapito Gómez Villa
Lo dijo el otro día uno de los que intervienen en esas tertulias repletas de sabios (saben de todo, los jodíos), hablando que estaban del virus de moda, el Ébola, o sea: "En cuestiones de sanidad, los periodistas con frecuencia hemos hecho terrorismo informativo, sólo hay que recordar la que montamos con las vacas locas". Y con el sida, añado yo, que hubo un tiempo en que no había otra cosa que sida y más sida, todas las calles llenas de sida. Con el asunto de las vacas locas, a punto estuvieron de acabar con la cabaña vacuna del país, y con las aves carroñeras, que se vieron obligadas a volar a territorios remotos, cuando no a lanzarse sobre las vacas recién paridas, para buscarse el sustento. Con el sida, le faltó el canto de un duro para que todos terminásemos en el cementerio. El último grito de terrorismo informativo-sanitario fue el de la gripe A, pandemia que iba a asolar al género humano todo, como aquella mal llamada gripe española de hace un siglo, a perro flaco todo se le vuelven pulgas, y que se quedó en una epidemia más. Esta última, la alarmante alarma de la gripe A, se la perdonamos, pues que hubo un listo de la OMS que se columpió a modo, holandés creo que era el menda.
En fin, que o mucho me equivoco o con el Ébola estamos ante un caso similar a los mentados. Oiga usted, que la OMS ha decretado la alerta sanitaria mundial. Hombre, es su obligación, que yo no estoy quitando importancia a tan feo asunto. Pero si ustedes analizan despacito la noticia, el SOS va dirigido mayormente a prevenir la propagación del virus en los países de África, donde ya está haciendo de las suyas, así como a los países limítrofes, sociedades en los que no existe un tejido social capaz de aplicar las elementales medidas de prevención, que no tienen por qué ser excepcionales, y mucho menos para garantizar un mínimo de asistencia hospitalaria. Me explico: no ha muchos años, hubo en Europa Central, Alemania y por ahí, una epidemia de un virus muy parecido importado de África, Mandburgo le pusieron por nombre, que fue atajada en cuatro días. Mil muertos dicen que se ha cobrado ya el Ébola. Pongamos que sean el doble. Pues bien, justo por esos mismos territorios, el sida se sigue llevando un buen pellizco del millón de vidas que siega al año en todo el mundo. ¿Es que los muertos por el Ébola son acaso más `muertos` que los del sida? Informativamente, sí, mire usted. Ah, claro, ahora lo entiendo. Lo que he dicho del sida, háganlo extensivo a la malaria, pero no se olvide que esta última produce aún más muertos: millón y medio. Pero la malaria es una enfermedad muy antigua y eso no vende una escoba, ay. Alguien me llamará exagerado al hablar de "terrorismo informativo". Díganme cómo hay que llamar, si no, a la emisora de radio que publica la siguiente noticia: "Ingresado un niño en el Infanta Cristina con meningitis meningocócica" (sic). Pa matarlos.
Total, que dentro de un tiempo, cuando el Ébola se encuentre en el acmé de su mortífera carrera, ya habrá desaparecido de los telediarios. El que viva lo ha de ver, que decía mi madre.
Agapito Gómez Villa
Lo dijo el otro día uno de los que intervienen en esas tertulias repletas de sabios (saben de todo, los jodíos), hablando que estaban del virus de moda, el Ébola, o sea: "En cuestiones de sanidad, los periodistas con frecuencia hemos hecho terrorismo informativo, sólo hay que recordar la que montamos con las vacas locas". Y con el sida, añado yo, que hubo un tiempo en que no había otra cosa que sida y más sida, todas las calles llenas de sida. Con el asunto de las vacas locas, a punto estuvieron de acabar con la cabaña vacuna del país, y con las aves carroñeras, que se vieron obligadas a volar a territorios remotos, cuando no a lanzarse sobre las vacas recién paridas, para buscarse el sustento. Con el sida, le faltó el canto de un duro para que todos terminásemos en el cementerio. El último grito de terrorismo informativo-sanitario fue el de la gripe A, pandemia que iba a asolar al género humano todo, como aquella mal llamada gripe española de hace un siglo, a perro flaco todo se le vuelven pulgas, y que se quedó en una epidemia más. Esta última, la alarmante alarma de la gripe A, se la perdonamos, pues que hubo un listo de la OMS que se columpió a modo, holandés creo que era el menda.
En fin, que o mucho me equivoco o con el Ébola estamos ante un caso similar a los mentados. Oiga usted, que la OMS ha decretado la alerta sanitaria mundial. Hombre, es su obligación, que yo no estoy quitando importancia a tan feo asunto. Pero si ustedes analizan despacito la noticia, el SOS va dirigido mayormente a prevenir la propagación del virus en los países de África, donde ya está haciendo de las suyas, así como a los países limítrofes, sociedades en los que no existe un tejido social capaz de aplicar las elementales medidas de prevención, que no tienen por qué ser excepcionales, y mucho menos para garantizar un mínimo de asistencia hospitalaria. Me explico: no ha muchos años, hubo en Europa Central, Alemania y por ahí, una epidemia de un virus muy parecido importado de África, Mandburgo le pusieron por nombre, que fue atajada en cuatro días. Mil muertos dicen que se ha cobrado ya el Ébola. Pongamos que sean el doble. Pues bien, justo por esos mismos territorios, el sida se sigue llevando un buen pellizco del millón de vidas que siega al año en todo el mundo. ¿Es que los muertos por el Ébola son acaso más `muertos` que los del sida? Informativamente, sí, mire usted. Ah, claro, ahora lo entiendo. Lo que he dicho del sida, háganlo extensivo a la malaria, pero no se olvide que esta última produce aún más muertos: millón y medio. Pero la malaria es una enfermedad muy antigua y eso no vende una escoba, ay. Alguien me llamará exagerado al hablar de "terrorismo informativo". Díganme cómo hay que llamar, si no, a la emisora de radio que publica la siguiente noticia: "Ingresado un niño en el Infanta Cristina con meningitis meningocócica" (sic). Pa matarlos.
Total, que dentro de un tiempo, cuando el Ébola se encuentre en el acmé de su mortífera carrera, ya habrá desaparecido de los telediarios. El que viva lo ha de ver, que decía mi madre.