Un poquito de silencio, por favor. Si saliese
adelante la propuesta/contrapartida del nuevo líder del PSOE, dentro de cuatro
días, sin comerlo ni beberlo, el señor Monago se convertiría en el primer
presidente del Estado Federal Extremeño. Una España Federal: eso es lo que
ofrece para frenar la imparable deriva independentista de Cataluña (lo del
soberanismo es una soplapollez periodística, que es que son como niños, los
periodistas), eso es lo que ofrece, decía, el señor Sánchez, profesor
universitario a la sazón, al igual que el recién emérito Pablo Iglesias, el de
‘Podremos’, que junto a Tomás Gómez, profesor de universidad, asimismo, forman
la santísima trinidad político-universitaria, que me parece muy bien que estos
señores dejen la universidad para dedicarse a la política, que en mis tiempos la
universidad siempre fue una cosa muy seria, que le hacía yo la reverencia cada
vez que pasaba a mi vera cierto profesor de la universidad de Salamanca.
Me alegraría por el señor Monago (lo siento
amigo Tamayo), pero me entristecería por otra parte, a saber: porque el
‘fundador’ de Extremadura, quién va a ser, el
señor Ibarra, no será nunca, ay, presidente del Estado Federal Extremeño,
con lo que eso tiene que molar: “Como presidente del Estado Federal Extremeño, quiero
felicitaros la Navidad y desearos a todos un Próspero Año Nuevo”. La verdad es que sería un poco
chocante al principio, pero lo nuestro tendría un pase: aunque son sólo dos
provincias, al ser éstas más grandes que un día sin pan, suman una extensión
equiparable a la de algunos países centroeuropeos. Pero no me dirán ustedes que
no resultaría gracioso oír: Estado Federal Murciano, Riojano, Asturiano,
Cántabro... etcétera. Por cierto, ¿cómo serían llamadas Ceuta y Melilla, ahora
mentadas siempre, ¡sólo por los informadores!, como Ciudades Autónomas de Ceuta
y Melilla? Al final, todo sería cuestión de acostumbrarse.
El problema lo veo yo mayormente en la climatología, sí. De toda la vida
de Dios, el clima fue una cosa que iba por regiones naturales (no las hay
artificiales), según nos enseñasen en el instituto El Brocense, que cumple
ahora 175 añitos: los valles, las montañas, las cuencas fluviales y todo eso.
Pues bien, cuando llegaron las comunidades autónomas, las nubes, que de toda la
vida sabían por dónde ir y en dónde descargar, no tuvieron más remedio que
ajustarse a la nueva división administrativa, según les recordasen a todas
horas los de la información hablada: lloverá en el norte de la Comunidad
Autónoma de Extremadura, dicen con fruición los jóvenes locutores. Locas se van
a volver las pobres, (las nubes). Si sale adelante la propuesta de Pedro
Iglesias, perdón, de Pablo Sánchez, bueno, el que sea, es que me hago un lío, las
nubes tendrán que hacer un nuevo cambio en su hoja de ruta, antes itinerario, para
adaptarlo a la España Federal, que si bien no variará mucho de lo anterior, no
es lo mismo salirse de los límites de una Comunidad Autónoma, que de las
fronteras de un Estado Federal. Por avisos no va a quedar, que ya se encargarán
de recordárselo a todas horas los jóvenes locutores, y los hombres y mujeres
del tiempo: mañana lloverá en todo el Estado Federal Extremeño. Lo sentiría por
usted, señor Ibarra: Moisés también se quedó a las puertas de la Tierra
Prometida.