Madrugada del Jueves Santo, la madrugá, o sea.
Enchufo la radio, por ver cómo van las cosas por el mundo, y me quedo
enganchado hasta las tantas: el libro entre las manos, la mirada en el techo, la
luz encendida, los ojos cerrados. Radio Nacional retransmite las procesiones,
en una especie de Carrusel Deportivo y religioso, silencioso y respetuoso, sigiloso: Zamora,
Valladolid, Sevilla… y Málaga. Y en Málaga, entrevistan al malagueño más
célebre del momento, Antonio Banderas, quién va a ser. Yo ya sabía, conversaciones
con Jesús Quintero, que Antonio es un hombre de mucho talento, y una vez más lo
demuestra. Como si estuviera rodando, hilvana un discurso lleno de infancia y
biografía, y entre otras cosas dice: “He tenido en el balcón de mi casa, viendo
las procesiones, a importantes actores y directores ingleses y americanos, y
después de quedarse boquiabiertos, todos decían lo mismo: es increíble que esto
no sea conocido en el mundo entero”. No puedo estar más de acuerdo con él. Por
aquí, por Extremadura quiero decir, tenemos procesiones de una vistosidad
asombrosa, pero no creo que el personal se moleste si digo que lo mismo que
Banderas pensé yo aquella vez que vi la Semana Santa de Sevilla: cómo es
posible que tanta belleza, tanta majestuosidad, tanta magnificencia, no sea una
cosa universal, que hasta ganas me dieron de decir a voces los versos sevillanos
de Cervantes: “Voto a Dios que m espanta esta grandeza….” Uno puede ser más o
menos creyente (yo estoy entre los segundos, ay), pero hay que estar muy ciego,
o ser muy tonto, o ambas cosas, para negar lo que es tan evidente, hasta llegar
a decir, una señora de ‘Podríamos’ lo dijo, que había que acabar con las
procesiones. Lo tiene claro la moza.
Pero no queda ahí la cosa. Conectamos con
Melilla.
En efecto, en Melilla, como en España toda,
está teniendo lugar otra sobrecogedora procesión, a juzgar por los comentarios
del locutor, que se hace lenguas de la belleza de las imágenes al pasar bajo el
puente de los Alemanes. En verdad, en verdad les digo que es la primera vez que
tengo barruntos de tal desfile procesional. Y he de decir que me alegro como
español, hijo de la cultura española, quiero decir. Y de repente se me vienen a
las mientes toda suerte de pensamientos acerca de las religiones y sus
tolerancias. Sin alejarnos mucho, en Kenia, un grupo terrorista e islamista, o
al revés, acaba de asesinar a centenar y medio de estudiantes cristianos. Mas
no prosigamos por esas procelas de sangre cotidiana. Qué pensarán los
musulmanes melillenses, 35% de la población, cuando vean las imágenes de la
pasión, ellos, cuya religión les prohíbe toda representación de Alá
y del Profeta. Y uno concluye que es imposible que puedan llevarse bien moros y
cristianos: si el uno dice blanco, que se ve, no tuvo mucha suerte el hombre
con la descendencia. el otro dice negro, que parece que lo hicieran a propio
intento. Y eso que cristianismo e islamismo son primos lejanos: proceden de un
mimo padre, Abraham, que, a lo que se ve no tuvo el hombre suerte con la descendencia.
Y ya para acabar un pregunta inocente: ¿cuánto
tiempo creen ustedes que tardarían en desaparecer las procesiones en Melilla,
si alguna vez la ciudad dejara de ser española?