La
alcaldesa de Madrid, la joven ‘Carmina’, ha justificado el asalto a la capilla
de la Complutense, que en su día perpetrase la portavoz del ayuntamiento, como
cosa de la libertad de expresión o algo así. Ada Colau, la novísima alcaldesa
de Barcelona, ‘descubre’ la capilla del ayuntamiento de Barcelona y, sobre la
marcha, decide desacralizarla para destinarla a usos laicos.
Hasta ahí,
normal. Quiero decir que la cosa no me extraña nada viniendo de donde viene.
Lo que no
me parece de recibo es esto otro, que publicaba ayer este periódico: “El
novenario de la Virgen de la Montaña no ha pasado el trámite para obtener el
título de Fiesta de Interés Turístico Regional”. Mal terminamos. Digo mal
terminamos porque la decisión ha sido tomada por personal de la Junta, perdón
del GobEx, o sea, del PP, que tienen ya el pie en el estribo (venga, a leer las
últimas páginas del Quijote). A no ser que alguien con buen criterio haya
pensado que un novenario no es una fiesta como tal. Sea como fuere, los
responsables de la decisión acabarán pagando cara la afrenta. Ya verán cómo los
devotos les pasarán factura en los próximos comicios, que dicho así, comicios, parece
como más importante. He dicho afrenta, porque, en el mismo pleno, el Consejo
Turístico Regional decidió que otras dos solicitudes sí pasaran el corte: la
“Pedida de la Patatera” (Malpartida de Cáceres) y “Las diablas” (Valverde de
Leganés). Toma ya. ¡La patatera y las diablas por encima de un novenario! Dónde
se habrá visto cosa igual. Lo de la patatera, todavía tiene un pase, por el
aquel de la gastronomía, sólo sea por el parecido nominal con una de mis grandes
pasiones: la astronomía. Pero que las diablas queden por delante de la virgen
de la Montaña, se me antoja aún más grave que lo de Madrid y Barcelona. ¿Es que
no podían haber juntado el novenario con algo menos prosaico? Pues nada: la
Virgen, la patatera y las diablas, en el mismo saco. Estos tíos/as no han leído
ni siquiera a Antonio Gala: “O miras a la Macarena o te comes el bocadillo: lo
que es inaceptable es comerse un bocadillo mientras pasa la Macarena”. Lo único
que faltaba es que Gala hubiera hablado de un bocadillo de patatera. Pa matarse.
Yo, porque
no soy muy de iglesia, la verdad (lo mío es una cuestión estética), pero de
haberlo sido, me iban a escuchar los integrantes de dicho Consejo.
Y hablando
de alcaldesas. Bien sabe Dios que no tengo (no tenía) nada en contra de doña
Elena Nevado, la alcaldesa de Cáceres. De hecho, acabo de votarla: y si no, que
lo diga mi santa, que fue la encargada de llevar los sobres. Pues bien, días
antes de los comicios, cuando me enteré de que también cobraba el jornal de
senadora (juro que no lo sabía), me entró tal indignación, que decidí votar a
Podemos con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente y con todas
mis fuerzas (a la Biblia). Pero no pude, ay. Había votado por correo y no
llegaba a tiempo de hacerlo en persona. Señores de la casta: no tienen ustedes
vergüenza. Se merecen el más absoluto de los desprecios. El mío, desde luego.
Comentarios
Publicar un comentario