Faustino Cordón, tenaz/pugnad biólogo, de biografía más rica que su propia obra,
distinguido que fuera con el premio "Extremeño de Hoy", gracias a un escrito que le
dediqué en estas páginas, dice: "Por la Residencia pasaron Einstein, madame Curie,
Bergson, Paul Valéry, Paul Claudel; convivían con nosotros y no le dábamos
importancia, nos parecía normal". Casi nadie al aparato: me refiero a los visitantes.
Luego, indaga uno y resulta que apenas hubo personalidad mundial de la ciencia y/o
la cultura del momento que no pasara por el ilustre lugar, que no faltó a la cita ni el
mismísimo descubridor de la tumba de Tutankamon, Howar Carter. Se trata, claro
está, de la Residencia de Estudiantes, "la colina de los chopos", que le llamara uno de
sus más conspicuos residentes, Juan Ramón Jiménez, y de la que Umbral dice: "La
Residencia de Estudiantes, ese primer colegio mayor, luego imitado malamente por el
franquismo, parece que fue fundamental en la formación de unos núcleos
intelectuales y científicos que traerían otra España". Observen: ese primer colegio
mayor.
"Roberto Carlos, invitado estrella en la primera salida del programa deportivo,´El
Primer Palo`, por los colegios mayores de Madrid". ¡Ahí lo tenemos! Por lo visto, la
velada fue apoteósica: él futbolista y los periodistas del fútbol, que no del deporte,
hicieron las delicias de la abarrotada y entusiasta concurrencia. Qué inmensa
diferencia con los señoritos residentes de la Residencia, hijos todos de papá, sí, que ni
le daban importancia a tener en la mesa de al lado al hombre que dijo que la luz se
curvaba en su trayectoria por acción de la gravedad, a quién se le ocurre. Llega
Roberto Carlos y explica cómo hay que golpear el balón para que describa una curva,
y allí se forma la de Dios es Cristo. Es lo que tiene saber o no saber elegir a los
invitados.
No ha muchos meses, Pepa Fernández, la listísima Pepa Fernández (pastorea como
si tal cosa a la mayor concentración de talentos por metro cuadrado que hay en
España), hubo de interrumpir a regañadientes (habló, no sin cierta ironía, de algo
parecido al interés general) su programa de aquel domingo, porque había que radiar
la final del mundialito de fútbol: Barcelona-River Plate. He ahí de nuevo la pugna
entre el intelecto y el músculo. Y ya sabemos quién ganó.
Si es que son unos ingenuos, los listos de ayer y de hoy. Muy listos serán, pero están
como en otro mundo (como de otro planeta, dijo de la delantera del Barça uno de la
tele, como si hubiera fútbol fuera de la Tierra, vamos anda). Lo cual, que viendo
cómo respiraba la atractiva locutora, le escribí cuatro letras sobre la marcha, a modo
de provocación: "Los del fútbol están propiciando la regresión de la especie". Y como
una niña inocente y buena que es, Pepa me entró al trapo: "Estoy convencida de ello".
Es que estoy absolutamente persuadido de que "los del fútbol" nos llevan de nuevo de
cabeza a Atapuerca. Verbigracia: Roberto Carlos impartiendo doctrina a los
universitarios.