Si no lo leo, no lo creo “HB-Bildu escribe
a Trump para felicitarle y seguir cooperando” (El Mundo). Lo han hecho a través
del embajador de los Estados Unidos en España, señor James Costos (no confundir
con el James que juega, aunque poco, en el Madrid): “En ese sentido, también
queremos trasladarle que, desde EH-Bildu, deseamos seguir estrechando las relaciones
entre nuestra coalición y el Gobierno de los Estados Unidos de América”. Toma ya
felicitación. Alguien lo habrá considerado como un atrevimiento, pero yo creo
que la razón de tal ha venido inducida porque se habrán sentido picados en su
amor propio por la misiva que le enviase el señor Carles Puigdemont al recién
electo míster Trump, directamente. Seguro estoy de que los independentistas
vascos habrán tenido en cuenta que el de la cabellera ingobernable es todo un señor
presidente de una futura nación independiente, Cataluña, perdón, Catalunya,
mientras que ellos no pasan de ser una mera formación política de las muchas
que pueblan el País Vasco, perdón, Euskadi, pero entre cuyas aspiraciones están
las de presidir el día de mañana un Estado Vasco independiente. Y por algo hay
que ir empezando. Del mismo modo, convencido estoy de que habrán tenido en
cuenta el precedente del lehendakari José Antonio Ardanza, recibido que fuera,
1994, en la Casablanca por el presidente Reagan: “Nos hemos reunido los
presidentes de dos pueblos muy distantes y muy distintos”, dijera nuestro
hombre, tal que fuera glosado por este corresponsal de paz.
Pues bien, llegados a este punto, permítanme
que les diga que uno ha echado en falta la felicitación, siquiera protocolaria,
de parte del presidente de la Junta de Extremadura. Qué trabajo le habría
costado al señor Vara mandarle cuatro
letras al embajador James. No obstante, lo de don Guillermo es comprensible,
pues que se trata de un hombre bueno, pero muy tímido (está en política como
Pilatos en el credo), pero lo que no se entiende por nada del mundo es que el
señor Monago, político genético (le gusta más una cámara que a un tonto una
tiza), no lo hiciera cuando Obama (segundo mandato), y lo que es más grave:
teniendo como tenía un “consejero de ocurrencias”, que decía Martín Tamayo con
su proverbial y cariñoso ingenio. ¿Que Obama y Monago son de signos políticos
distintos? Eso habría que discutirlo. De cualquier manera, no creo que el
ideario de HB-Bildu se parezca mucho al de míster Trump, y ahí los tienen, con
un par. Reparen en que la formación independentista vasca, aún incluida en la
lista de organizaciones terroristas por la Unión Europea, no han tenido empacho
en hacer el comunicado, a pesar de que su líder supremo, Arnaldo Otegui,
terrorista de pro en su día, no ha podido asistir a las pompas fúnebres (qué
mal casan esas dos palabras) de Fidel Castro por tener prohibido sobrevolar el
cielo de los EE.UU.
Y ahora viene la parte humana, la más
entrañable: como se sabe, cuando el telegrama de Puigdemont, don Donald se
emocionó. Con el de HB-Bildu, llamó a voces a Melania: “¡Melania, Melania, mira
esto, my darling!”. Melania, nacida en Eslovenia, lloró de sus bellos ojos
eslavos: la lucha por la independencia del País Vasco (ella no sabe lo de
Euskadi) le recordó a su país, recién creado, felizmente.