Me lo
ha puesto en bandeja Carmona, concejal del ayuntamiento que preside Carmena (sólo
faltaba que Esperanza Aguirre se hubiese llamado Carmina), que le ha dicho a
los de Podemos, a propósito de la polémica sobre “la pobreza energética, que lo
suyo son debates de “niños ricos”. Toma ya insulto. A mí, de haber sido
“eclesiástico” (de Iglesias), de los jefes, claro, me dice un tío “niño rico” y
lo crujo a improperios. Es que no creo que haya un dicterio más hiriente para
dichos dirigentes: niños ricos. ¡Es que es lo que son!
Pues eso, muertos ya de hambre los millones
de españoles gordos que pronosticase la bella Tania Sánchez (a mí, con Tania me
pasa lo de Anson con Rita Maestre, con perdón, y más desde que sé que se ha
criado, en Rivas, con los hijos de un matrimonio amigo, ambos de mi pueblo), les
decía que han tenido que agarrarse a los cortes de luz por impago para tener
algo donde sujetarse, los pobres. La cosa partió de una anciana de Reus a la
que le habían cortado la luz: la vela con la que se alumbraba le provocó un
incendio a consecuencia del cual murió. Vaya por delante que la decisión
gubernativa de proporcionar electricidad gratis a los más menesterosos, me
parece de perlas. Eso sí que es, además de una medida de elemental justicia
social, el chocolate del loro: sólo con encender el alumbrado público cinco
minutos más tarde y apagarlo otros cinco antes, hay para subvencionar a todos
los ‘vulnerables’ energéticos, que es como se llama hoy a los más pobres.
Dicho lo cual, lo primero que tengo que decir
es que si la señora de Reus hubiese vivido en Cáceres, no se hubiera muerto
asfixiada. ¿Que por qué? Muy sencillo: la factura de la luz se la hubiese
pagado la parroquia de San Mateo, o Cáritas, tanto monta, que me acuerdo yo de
aquel día que estando en misa acompañando a mi santa, al final de la misma, el
padre Paulino, un santo que ahora anda por Fuente de Cantos, comenzó a enumerar
las partidas en las que había empleado los dineros donados por la feligresía: …
y tantos euros para pagar la luz a tantas familias. Como te lo cuento.
Volvamos a los niños ricos. Han venido a
salvar a la humanidad y resulta que la humanidad española está salvada (bueno,
algunos hay en el purgatorio, pero del purgatorio se sale). Me imagino la cara
de decepción que se les debe de poner cuando estos días de Navidad se
encuentren todos los restaurantes a reventar, con lo que a ellos les hubiera
gustado una España famélica y de ropas raídas, que no veo yo a estos niños de
papá celebrando la comida/cena de hermandad (¿de hermandad?) en el Pozo del Tío
Raimundo, un suponer, lugar donde plantase sus reales el padre Llanos, y adonde
acudía de vez en cuando, de visita, Umbral, acompañado por la impar Carmen Díaz
de Rivera (a Umbral, como a los de Podemos, también se la traían al pairo los
pobres del lugar, que lo único que buscaba era beneficiarse a la rubia, lo que
nunca consiguiera -lo cuenta Carmen en sus memorias-, escribiendo por tal una
de las páginas más deleznables que jamás se hayan escrito: cuando se enteró de que el cáncer que la corroía se lo impedía para siempre).
En fin, que tiene razón Carmona: los chicos
de Podemos, como niños ricos que son, en lugar de discutir sobre lo problemas
del personal, que alguno queda por resolver (en Nueva York también hay
mendigos: mendigos de novela), con tal de estar en el candelabro, han montado
un aquelarre para despellejarse entre ellos, con la connivencia, claro es, de los
medios de comunicación, que vaya un papelón: el de los medios de comunicación.