Amaina la ola de frío siberiano, que no deja de ser una suerte saber de dónde procede el frío: de
muchachos, en olas de frío como la actual, incluso más intensas, y más prolongadas, tiritábamos
de lo lindo, pero sin saber, ay, si el frío era siberiano o polar. Tampoco sabíamos nada de la
sensación térmica, de modo y manera que salíamos a jugar a la calle (antaño, los niños
estábamos todo el día jugando en la calle) y pasábamos un frío de padre y muy señor mío. El
caso es que ya por entonces yo notaba que los muchachos que llevaban abrigo, tenían como
menos frío que los que íbamos a cuerpo, con las calzonas hasta la rodilla, una camisetita de
tirantes, la camisa y el `jerselino ́(diminutivo de jersey). A lo mejor por eso es por lo que Curro
Romero pasaba tanto frió, en invierno, claro (biografía, por Antonio Burgos) cuando de muchacho
se dedicaba a las labores del campo, a pesar de que la cosa tenía lugar en la provincia de Sevilla,
finca de los Queipo de LLano. Posiblemente, Curro, un genio, no sólo del toreo, no sabía lo de la
sensación térmica y no sabía tampoco lo que años después, en Alemania, le dijera un lugareño
(en Alemania también hay lugareños) a un amigo mío, de visita invernal en aquel país: no existe el
frío, sino ropa insuficiente. Lo cual que eso de la sensación térmica me parece una filfa, y más
cuando se mide en grados centígrados: ¿cómo se puede medir en grados una sensación? Pues
nada, que se ha puesto de moda la sensación térmica y no sólo térmica: los del fútbol, sin ir más
lejos. Los del fútbol han cambiado la impresión por la sensación: ¿qué sensación te ha causado el
juego del rival? En fin, que qué gran diferencia entre la sobriedad del "hombre del tiempo" de
antaño, los hermanos Medina y compañía, y el "chou" que a diario montan los meteorólogos
televisivos de ahora.
Dicho lo cual, pasemos al "primum movens" de la cuestión: los vulnerables energéticos, que es
como ahora le llaman los políticos a los pobres de toda la vida, o sea, a los que no tienen para
pagar la luz, y han de alumbrarse con una vela, tal que hacía aquella pobre señora de Reus, a la
que habiéndole sido cortado la corriente por impago, la vela provocó un incendio que acabaría con
su vida. A raíz de tan lamentable suceso, el gobierno decidió que en adelante no le será cortada la
luz a nadie que no pueda pagarla, lo cual me parece de perlas: además de una medida de
elemental justicia social, no deja de ser el chocolate del loro: con apagar/encender el alumbrado
público cinco minutos antes/después, se ahorra energía suficiente para alumbrar a todos los
vulnerables de España. No obstante lo cual, tengo que decirles una cosa: si la señora de Reus
hubiese vivido en Cáceres, no habría muerto asfixiada: le hubiera pagado la luz, bien Cáritas, bien
la parroquia de San Mateos, que yo fui testigo de cómo el padre Paulino (ahora anda por Fuente
de Cantos), al acabar la misa, leía las cantidades que habían sido destinadas a pagar la luz a no
sé cuántas familias. ¿Qué sensación le ha producido?
muchachos, en olas de frío como la actual, incluso más intensas, y más prolongadas, tiritábamos
de lo lindo, pero sin saber, ay, si el frío era siberiano o polar. Tampoco sabíamos nada de la
sensación térmica, de modo y manera que salíamos a jugar a la calle (antaño, los niños
estábamos todo el día jugando en la calle) y pasábamos un frío de padre y muy señor mío. El
caso es que ya por entonces yo notaba que los muchachos que llevaban abrigo, tenían como
menos frío que los que íbamos a cuerpo, con las calzonas hasta la rodilla, una camisetita de
tirantes, la camisa y el `jerselino ́(diminutivo de jersey). A lo mejor por eso es por lo que Curro
Romero pasaba tanto frió, en invierno, claro (biografía, por Antonio Burgos) cuando de muchacho
se dedicaba a las labores del campo, a pesar de que la cosa tenía lugar en la provincia de Sevilla,
finca de los Queipo de LLano. Posiblemente, Curro, un genio, no sólo del toreo, no sabía lo de la
sensación térmica y no sabía tampoco lo que años después, en Alemania, le dijera un lugareño
(en Alemania también hay lugareños) a un amigo mío, de visita invernal en aquel país: no existe el
frío, sino ropa insuficiente. Lo cual que eso de la sensación térmica me parece una filfa, y más
cuando se mide en grados centígrados: ¿cómo se puede medir en grados una sensación? Pues
nada, que se ha puesto de moda la sensación térmica y no sólo térmica: los del fútbol, sin ir más
lejos. Los del fútbol han cambiado la impresión por la sensación: ¿qué sensación te ha causado el
juego del rival? En fin, que qué gran diferencia entre la sobriedad del "hombre del tiempo" de
antaño, los hermanos Medina y compañía, y el "chou" que a diario montan los meteorólogos
televisivos de ahora.
Dicho lo cual, pasemos al "primum movens" de la cuestión: los vulnerables energéticos, que es
como ahora le llaman los políticos a los pobres de toda la vida, o sea, a los que no tienen para
pagar la luz, y han de alumbrarse con una vela, tal que hacía aquella pobre señora de Reus, a la
que habiéndole sido cortado la corriente por impago, la vela provocó un incendio que acabaría con
su vida. A raíz de tan lamentable suceso, el gobierno decidió que en adelante no le será cortada la
luz a nadie que no pueda pagarla, lo cual me parece de perlas: además de una medida de
elemental justicia social, no deja de ser el chocolate del loro: con apagar/encender el alumbrado
público cinco minutos antes/después, se ahorra energía suficiente para alumbrar a todos los
vulnerables de España. No obstante lo cual, tengo que decirles una cosa: si la señora de Reus
hubiese vivido en Cáceres, no habría muerto asfixiada: le hubiera pagado la luz, bien Cáritas, bien
la parroquia de San Mateos, que yo fui testigo de cómo el padre Paulino (ahora anda por Fuente
de Cantos), al acabar la misa, leía las cantidades que habían sido destinadas a pagar la luz a no
sé cuántas familias. ¿Qué sensación le ha producido?