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DE TERCERA REGIONAL

 DE REGIONAL PREFERENTE              
       Agapito Gómez Villa

   Resueltos al fin los tres grandes problemas que teníamos pendientes los extremeños, el AVE, el nuevo hospital de Cáceres y la mina de litio, estamos en condiciones de pasar a otros asuntos. Por cierto, y a propósito de la mina: me ha sorprendido, ¿o tal vez no?, la alacridad con la que el personal mayoritario se ha posicionado, ¡rayos, ya me contaminé!, ha tomado partido quise decir, en contra de la misma, sin haber esperado a que los que saben algo de la materia, los expertos varios, se hayan explicado como Dios manda. Apriorismo se llama esa figura. Y mientras tanto, yo aquí con estos pelos, sin saber a qué carta quedarme, pues que me falta información rigurosa y veraz: sobre los pros y sobre los contras, que de todo ha de haber en la mina del Señor. Aunque nada me extrañaría que al final acabasen engañándome como a un chino. No sería la primera vez. Por eso dije el otro día que no me pronunciaré sobre el particular hasta que el yacimiento lleve diez años en explotación, por lo menos. Y hablando de apriorismos anti-mina, en el caso de la alcaldesa de Cáceres, no se trata de tal: por lo visto, luego de licenciarse en leyes, hizo un módulo sobre "derecho y minería". Dicho lo cual, a otra cosa, mariposa.
  Me encanta que la historia me coma en la mano, una vez más. Quien dice la historia, dice los acontecimientos consuetudinarios. Ahora mismo estoy con ustedes.
  En más de una ocasión han escuchado mi mejorable opinión acerca de los que se dedican a la actividad política: salvo excepciones, que las hay, faltaría más, la gran mayoría de ellos tienen una personalidad 'especial', o sea, sine qua non; algo parecido a lo que pasa con los toreros: ¿usted concibe un torero sin valor? Ahí quería yo llegar. Todo el mundo conoce la ingeniosa y certera respuesta de Churchill en la Cámara de los Comunes: "No, los de enfrente son los adversarios; los enemigos están aquí detrás". Es que, a poco que uno esté al loro, se dará cuenta de que, entre políticos, el acuchillamiento es una práctica cotidiana. ¿Podría eso soportarse sin una personalidad paquidérmica? Dicho de otra manera: debajo de esas caritas inocentes, de salón, subyace casi siempre un bicho más malo que un dolor, que se pone de manifiesto en cuanto las cosas vienen mal dadas. ¿Que exagero? Calla, mujer, calla. No ha muchos días, un señor que fuese nada menos que consejero de Presidencia, Justicia e Interior, no dudó en asestar, ¡en público!, una cuchillada asesina en el bajo vientre (nunca mejor dicho) a una compañera de partido. Del tal Granados hablo. A ver quién es el guapo que me demuestra que debajo de sus inocentes ricitos no se escondía un verdadero canalla. Que esa compañera sea la presidenta de la Comunidad de Madrid es lo accesorio, como accesorio es que el del cuchillo ocupase en su tiempo un alto cargo. Lo sustantivo es lo otro: que los políticos son (casi) todos más malos que la quina, roben o no roben, que eso es harina de otro costal. "Personajes de tercera", les llamaba Cela (hoy, de regional preferente).
  Post scriptum: donde dice Granados, puede ponerse Guerrero, Maleni, Costas, Camps, Bárcenas,  Correa, Rato y por ahí todo seguido.
 
 

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