Puigdemont,
de vacaciones, pagadas o no pagadas, en Bruselas. La ‘prima’ de Jorge Évole, Anna
Gabriel, duchada y peinada, en Suiza. Junqueras, el ‘sobrino’ de Alain Delon,
en la trena. El resto de los artificieros del ‘prucés’, o encarcelados o
peregrinando a la Audiencia Nacional. Mientras tanto, el parlament, tratando de
nombrar a un president, que pueda formar un govern. “E pur, Cataluña si muove”,
que hubiera dicho el gran genio, Galileo Galilei (nunca la letra ‘g’ estuvo tan
bien aplicada por cuadruplicado). Dicho de otra manera: a pesar de todo,
Cataluña sigue su marcha, es decir, funciona como si tal. Veamos.
Funcionan los
hospitales, funcionan los centros de salud, funcionan las residencias de
ancianos. Funcionan los tanatorios, los crematorios y los cementerios. Funcionan
las guarderías, los colegios y las universidades. Funcionan los servicios de
emergencias. Funciona la policía y la guardia civil, funcionan, a su manera,
los mossos, funcionan los guardias municipales. Funcionan las panaderías, los
bares y las farmacias, funcionan las fruterías, los restaurantes y los hoteles,
funcionan los cines y los teatros. Funciona la industria farmacéutica y sus
formidables exportaciones. Funciona la industria textil, tan poderosa.
Funcionan las fábricas de automóviles. Funcionan los bancos y las no-cajas de
ahorro. Funcionan las bodegas del cava y otros vinos espumosos. Funcionan los
supermercados, funciona el Corte Inglés. Funcionan las imprentas, las
bibliotecas y las librerías. Funcionan las televisiones (las golpistas y las
otras), las emisoras (las otras y las golpistas) y los periódicos (ídem).
Funcionan internet y la telefonía. Funcionan los trenes: los que vuelan (los
AVEs) y los que van a ras de tierra, funciona el metro, funcionan los autobuses
y los taxis. Funcionan las autopistas, las de pago (¡casi todas!) y las otras,
funcionan las carreteras de segunda, de tercera y de regional. Funcionan los
puertos y los aeropuertos, funcionan las aduanas. Funcionan los tribunales y
los juzgados, los superiores y los inferiores. Funciona la lotería y la ONCE. Funcionan
los centros penitenciarios. Funcionan las diputaciones y los ayuntamientos. Funcionan
las consejerías: ¡milagro, sin consejeros! Funcionan las catedrales, las
iglesias y las ermitas. Funciona la champion’s (¡hala Madrid!), funciona la
liga, funcionan las copas del rey: la de fútbol, que volverá a ganar el Barça,
y la de baloncesto, que vienen de ganársela al Madrid, maldita sea. Funcionan
las estaciones de esquí. Funcionan los abogados y los notarios. Funciona la
recaudación de impuestos. De los grifos sigue manando agua potable. Funciona
todo.
En esto que, el
sábado 17, en “Informe Semanal”, escucho de soslayo, a saber qué significa
dicha palabra, que Cataluña lleva dos meses paralizada. De repente, me sale el
antropoide que llevo/llevamos dentro, y me pongo a lanzar toda suerte de
imprecaciones contra el fautor de semejante gilipollez, soplapollez, imbecilidad,
bobada, chorrada, subnormalidad, etc. Pero mira tú por dónde, entre aquel
sábado y el siguiente se nos muere Forges (no se quejarán en el cielo: no
conformes con Mingote, se llevan al otro genio, sin olvidarnos del gran
Chiquito, claro), les decía que, a la hora de escribir, me acuerdo de Forges,
que todo lo hizo sonriendo y, en su honor, decido enterrar el hacha y lo único
que se me ocurre decir es que santa Lucía le conserve la vista al fautor de tamaño
“forgendro”, uno de los inventos del gran inventor.