Aunque lo parezca por el título, la columna
de hoy/HOY, por cierto, no saben ustedes qué agradable sorpresa encontrarme el
HOY en las memorias de Cela, de cuando anduviera por Torremejía durante la
guerra, es que tantos años escribiendo en este periódico, acaba uno cogiéndole
cariño, quería decirles que la cosa no va sobre “El pisito”, la genial película
de Berlanga que no es de Berlanga, sino de Marco Ferreri, pero cuyo guión sí es
de Berlanga, o sea de Rafael Azcona, los del cine ya me entienden. Como pueden
imaginar, lo de hoy va sobre el pisito que se acaban de comprar Irene y Pablo,
por el módico precio de 660.000 euros. Si les digo la verdad, no me explico el
revuelo que se ha montado al respecto: que es una lujosa mansión, que si los
comunistas tenemos que dar ejemplo de pobreza, humildad y obediencia (la
castidad, allá cada cual) y por ahí seguido. Es que tiene toda la razón
Leguineche, así le llama mi hermano Feliciano a Echenique, que a pesar de su
nacencia argentina, en Rosario, como Messi, conoce perfectamente los usos y costumbres
del pueblo español: “Comprarse un piso por ese dinero es lo normal en muchas
familias españolas”, ha dicho.
Este particular que les habla (no digo “este
servidor” por respeto al gran Cela, que odiaba dicha expresión), aunque no
tiene un conocimiento tan profundo como Echenique, o sea Leguineche, de los
usos y costumbres de nuestra tierra, algo sabe sobre el asunto, pues no en vano
estuve de médico veinte años en una zona cacereña, cuyo radio de acción incluía,
entre otras, la lujosa barriada de “Las Trescientas”, en cuyas moradas (moradas
quiere decir viviendas, no que sus habitadores las pasasen moradas) hube de
entrar a menudo, de visita a los enfermos. De ahí, me viene a mí mayormente el
conocimiento. Si no 660.000 como han pagado Irene y Pablo, fueron muchas las
casas de dicho barrio (veinte años son muchos, diga lo que quiera el tango) que
yo vi comprar por 400.000 euros. “Un poquino carina se me hace”, comentaba yo,
cuando en la consulta salía la conversación. “Es lo normal, hoy día”, era la
respuesta habitual.
Pero es que hay más. Tengo una sobrina que
trabaja en una agencia de compra-venta de inmuebles, que me lo ha confirmado: el
precio de los pisos que venden en Cáceres, imagino que en Badajoz será
parecido, vienen rondando los 500.000 euros (en Madrid, todo es más caro,
claro).
En fin, que nada hay de excepcional en lo de
Irene y Pablo (reparen en que he puesto siempre a Irene por delante), del mismo
modo que en su día puse primero a Tania, Tania Sánchez: no tiene mal gusto
Pablo. Y hablando de Tania: tenía más razón que una santa cuando afirmó aquella
vez en la tele que en los siguientes tres años en España morirían de hambre diez
millones de personas, el último de los cuales ha sido mi padre, que anteayer se
murió, a los 93, en la mansión que en 1.963 comprase por 25.000 pts., que al
cambio vienen a ser, euro arriba o abajo, los 660.000 de Irene y Pablo. Lo
corriente hoy, vamos. (Ah, que se me olvidaba: enhorabuena a Meghan y Harry,
tan de casa, tan nuestros.)