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DON CARLOS

    DON CARLOS

Agapito Gómez Villa

   Como ven, de un tiempo a esta parte, me he vuelto muy crítico, alguien tendría que serlo, con los medios de comunicación, mayormente la televisión. Estoy convencido de que son los culpables de que mucha gente a la que no les falta de ‘na’, vivan envueltas en una nube de miedo y pesadumbre. Oiga, que conozco a más de uno que ha decidido no ver los telediarios. Claro, que, a este respecto, no soy el primero. Vean cómo comienza el gran científico, James Lovelock, su magnífica obra, “La venganza de la Tierra”: “Como siempre, las malas noticias predominan en los medios de comunicación”. O lo de Borges: “Es que llenar un periódico diario…”. Digo yo que, ya puestos, podrían poner un poquito más de interés en las cosas agradables, que las hay. Veamos.
  Esta misma semana, la muy prestigiosa revista médica, “The Lancet”, acaba de publicar un estudio que apenas he visto reflejado, y cuyo resultado, en lo que a nuestro país respecta, no puede ser más impresionante: “Dentro de veinte años, España será el país más longevo del mundo”. El salto no va a ser muy grande, pues que ahora somos los cuartos (otros dicen que somos los segundos, a centésimas de Japón), pero, de cualquier modo, ¿se imaginan lo que eso significa? De otra manera: ¿puede ser tan desgraciado uno de los países más longevos del mundo? Vamos anda.
  Ítem más: esta misma semana se acaba de publicar que sendos grupos de científicos españoles, ¡uno catalán, otro de Madrid!, han eliminado el virus del sida de media docena de enfermos. ¿Ustedes saben lo que eso supone? Se trata de un hito en la historia de la medicina, que, como tal, hubiese merecido figurar en la portada de todos los medios. Pues nada: como el que oye llover.
  Sin embargo, les ha faltado tiempo para hablar de la “Ameba comecerebros”, ¡en el telediario!: de un único e infortunado caso. ¿Qué es lo que han conseguido al propalar dicha noticia? Una alarma absolutamente estéril. Como si con ello pudiera evitarse el muy improbable contagio.
  Y qué me dicen del dengue, que “ha venido para quedarse”, según decía un periódico. ¿Quid prodest? Mejor en cristiano moderno: ¿A quién beneficia? A dios ninguno. Y así podríamos continuar y no acabar.
  Pero no todo va a ser malo en el mundo de la comunicación. Todavía quedan algunos con la imprescindible sensibilidad. Síganme.
   El otro día, don Carlos fue sometido a una laboriosa intervención quirúrgica. Como era natural, el hijo que vive en España acudió a la Argentina a acompañar a su padre en el difícil trance. ¿Querrán ustedes creer que el único medio que se ha hecho eco de tan trascendental noticia ha sido una emisora, la COPE, y más concretamente un espacio dedicado a los deportes, perdón, al fútbol? Como se lo cuento. El resto de los medios, nasti de plasti. Vergonzoso. ¿Que no saben quién es don Carlos? No me lo puedo creer. He ahí la prueba de la ‘irrealidad’ en la que viven los medios. Si éstos fuesen como Dios manda, ustedes sabrían de sobra quién es el protagonista de la noticia. ¿Que quién rayos es don Carlos? Quién va a ser: el padre de Simeone, perdón, perdón, qué cabeza la mía, de Diego Pablo Simeone.
  Ya ven como andan las cosas.

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