Sofocado apenas el incendio hispano-saudí
por el asunto de los “misiles por corbetas”, señora ministra, si no les
entregamos los misiles, nos jugamos 40.000 puestos de trabajo, y no está el horno
del paro para bollos en la bahía de Cádiz, les iba diciendo que apenas apagado el
fuego provocado por la señora Robles, al suspender temporalmente la entrega de
400 misiles a los saudíes (fue vista con una mecha de ética en la mano), como
respuesta al bombardeo del ejército arábigo a un autobús de civiles en Yemen, más
de la mitad niños, va y se produce otra deflagración mundial relacionada con
Arabia-Saudí, en la que muere descuartizado un periodista turco en el consulado
de dicho país en Estambul. ¿Y ahora qué hacemos? Seguimos en las mismas, doña
Margarita. Y por si faltaba algo, tenemos las elecciones andaluzas encima. Lo cual
que la señora ministra ha tenido que tragarse sendos ataques de ética. No me
digan que no es mala suerte: dos sapos venenosos en cuatro días.
Pero peor suerte ha tenido el otrora juez Marlasca,
hoy ministro de ‘Asuntos Interiores’. Me explico. Con el precedente de la infame
doctrina Parot, flagrante oxímoron (doctrina y asesino juntos), felices se las
prometía el gobierno de Pedro Pablo Sánchez Iglesias (la patente es mía) con la
esperada sentencia del Tribunal de Derechos Humanos sobre los etarras
encarcelados: si se restaba o no el tiempo cumplido en prisiones francesas.
Pues hete aquí que, cuando se daba por hecho que sería favorable a los presos (algunos
medios así lo anunciaron), va el altísimo tribunal y falla lo contrario. De
haber sido al revés, no menos de cien presos hubieran salido a la calle de una
tacada, con lo cual, el gobierno, que no sabe qué hacer para ponerlos en libertad,
hubiese sentido un enorme alivio, aunque el ministro Marlasca haya dicho, con
la boca chiquitita, que estaba muy contento con la sentencia. Y yo me lo voy a
creer.
Es que hay que joderse: cuando la eta mataba
mucho, va el ‘altérrimo’ tribunal y se saca de las bocamangas de los jueces una
sentencia inicuamente favorable a los asesinos, la humillante doctrina Parot y
la madre que lo Parot; y ahora que la eta ha dejado de matar, cuando más falta
hacía una sentencia ‘aliviatoria’, llegan los jueces de las pelucas de carnaval
y fallan en contra de los terroristas. A lo que se ve, los señores jueces
sabrán mucho de derechos humanos, pero con España no dan una a derechas.
Señor
Arzallus, padre putativo de tantos muertos: pasado el tiempo, cada vez se ve
más claramente que lo de la eta fue una locura. Ahí tienen a los catalanes, que
sólo con cuatro tiros, los de Terra Lliure, van por delante de ustedes. Prueba de
que aquello fue un trágico error es que, además de la mucha sangre inútilmente
derramada, al día de hoy, desarmada que no cautiva la banda asesina, en las cárceles
permanece algún que otro centón de individuos que, ley en mano, no hay forma de
ponerlos en la calle. A no ser mediante indulto, lo cual sería una
afrenta/ofensa insoportable para las víctimas, ¿verdad, Maite? Maite es Maite
Pagazaurtundúa, una mujer extraordinaria, cuyo hermano fue, como tantos,
vilmente asesinado por la eta.
¿Es o no es mala suerte?