AQUÍ GROENLANDIA
(Publicado el 1/9/19)
Tenía pensado hablarles hoy de los "grupos de la muerte", los que le han correspondido, sorteo de la Champion's, al Barça y al Atlético de Madrid, según ciertos profetas del mundo del deporte: los que conducirán, de regreso a Atapuerca, al género humano. Pero, claro, se te cruza la muerte de verdad, la hija Luis Enrique, lo siento, amigo, y, de sopetón, se le quitan a uno las ganas de seguir por ese camino. Me pregunto qué habrá pensado el pugnad asturiano cuando haya leído lo de los "grupos de la muerte" (¡existe asimismo "el pase de la muerte"!).
En fin, que he tenido que venirme con la música a otra parte: a Groenlandia.
Es que acabo de leer que el clima del norte de España ya es como el de Ceuta hace cincuenta años. Si a eso le añadimos que hace unas semanas en París anduvieron rozando los 43*C, que los osos polares se están quedando sin suelo/hielo, etc., llegamos a la conclusión de que la cosa va hacia arriba (en el hemisferio norte, claro), con lo cual, dentro de algún que otro siglo, el personal mayoritario acabará viviendo en las blancas extensiones hoy congeladas: Groenlandia, Siberia, Alaska, norte de Canadá y por ahí. ¿Que no? Es lo que han hecho todas las especies toda la vida de Dios: buscar las tierras más bonancibles. ¿Viven, acaso, muchos seres en el Sahara? Pues que sepan los agoreros que hace algún que otro millón de años el ardiente desierto fue un vergel: hay fósiles de troncos arbóreos gigantescos. Lo que no me explico es cómo consintieron semejante catástrofe medioambiental los ecologistas de aquellos antaños.
Me he decidido por Groenlandia 'a propio intento', que decía mi madre ("¡Quiero el español de mi madre!", pedía Juan Ramón, en Puerto Rico, poco antes de morirse), porque, como recordarán, hace cuatro días el poderoso empresario norteamericano (temporal presidente de los EEUU), Donald Trump, salió con una de las suyas: quiso comprarle dicho territorio a Dinamarca, sí. ¿Con qué intenciones? Se las pueden imaginar. Tengo escrito en estas páginas que, cuando estudiante de bachillerato, aprendí con gran disgusto que los extensos territorios antes citados estaban absolutamente despoblados -uno es así de emotivo, qué le vamos a hacer-, el cual disgusto se me quitaría el día en que, cambio climático causante, fuesen poblados por los humanos. Asimismo, comenté en mi entorno, hay testigos, que qué buen momento el actual para comprar un pedazo de Groenlandia y hacer una promoción de viviendas. ¿A que ya saben por dónde voy? Efectivamente: informado el empresario Trump de lo mío por los servicios de inteligencia, su respuesta fue inmediata: "¡Hay que comprar Groenlandia antes que ese Agapito!"
Que no; que no me gusta frivolizar sobre el calentamiento terráqueo, pero no es menos cierto que detesto las dramatizaciones "ad hoc". Creo en la "hipótesis Gaia" de Lovelock, felicidades por esos 100, y convencido estoy de que la ciencia acabará solucionando el problema: domesticación de la fusión nuclear, invención de una poderosa molécula clorofila-like, o milagroso invento parecido. (Por cierto, el pulmón princeps de la Tierra no es la Amazonía, horror de incendios: son los mares y sus algas verdeazuladas, ésa sí que es gorda.) En lo que no creo, en absoluto, es en los "grupos de la muerte", esa supina soplapollez.
(Publicado el 1/9/19)
Tenía pensado hablarles hoy de los "grupos de la muerte", los que le han correspondido, sorteo de la Champion's, al Barça y al Atlético de Madrid, según ciertos profetas del mundo del deporte: los que conducirán, de regreso a Atapuerca, al género humano. Pero, claro, se te cruza la muerte de verdad, la hija Luis Enrique, lo siento, amigo, y, de sopetón, se le quitan a uno las ganas de seguir por ese camino. Me pregunto qué habrá pensado el pugnad asturiano cuando haya leído lo de los "grupos de la muerte" (¡existe asimismo "el pase de la muerte"!).
En fin, que he tenido que venirme con la música a otra parte: a Groenlandia.
Es que acabo de leer que el clima del norte de España ya es como el de Ceuta hace cincuenta años. Si a eso le añadimos que hace unas semanas en París anduvieron rozando los 43*C, que los osos polares se están quedando sin suelo/hielo, etc., llegamos a la conclusión de que la cosa va hacia arriba (en el hemisferio norte, claro), con lo cual, dentro de algún que otro siglo, el personal mayoritario acabará viviendo en las blancas extensiones hoy congeladas: Groenlandia, Siberia, Alaska, norte de Canadá y por ahí. ¿Que no? Es lo que han hecho todas las especies toda la vida de Dios: buscar las tierras más bonancibles. ¿Viven, acaso, muchos seres en el Sahara? Pues que sepan los agoreros que hace algún que otro millón de años el ardiente desierto fue un vergel: hay fósiles de troncos arbóreos gigantescos. Lo que no me explico es cómo consintieron semejante catástrofe medioambiental los ecologistas de aquellos antaños.
Me he decidido por Groenlandia 'a propio intento', que decía mi madre ("¡Quiero el español de mi madre!", pedía Juan Ramón, en Puerto Rico, poco antes de morirse), porque, como recordarán, hace cuatro días el poderoso empresario norteamericano (temporal presidente de los EEUU), Donald Trump, salió con una de las suyas: quiso comprarle dicho territorio a Dinamarca, sí. ¿Con qué intenciones? Se las pueden imaginar. Tengo escrito en estas páginas que, cuando estudiante de bachillerato, aprendí con gran disgusto que los extensos territorios antes citados estaban absolutamente despoblados -uno es así de emotivo, qué le vamos a hacer-, el cual disgusto se me quitaría el día en que, cambio climático causante, fuesen poblados por los humanos. Asimismo, comenté en mi entorno, hay testigos, que qué buen momento el actual para comprar un pedazo de Groenlandia y hacer una promoción de viviendas. ¿A que ya saben por dónde voy? Efectivamente: informado el empresario Trump de lo mío por los servicios de inteligencia, su respuesta fue inmediata: "¡Hay que comprar Groenlandia antes que ese Agapito!"
Que no; que no me gusta frivolizar sobre el calentamiento terráqueo, pero no es menos cierto que detesto las dramatizaciones "ad hoc". Creo en la "hipótesis Gaia" de Lovelock, felicidades por esos 100, y convencido estoy de que la ciencia acabará solucionando el problema: domesticación de la fusión nuclear, invención de una poderosa molécula clorofila-like, o milagroso invento parecido. (Por cierto, el pulmón princeps de la Tierra no es la Amazonía, horror de incendios: son los mares y sus algas verdeazuladas, ésa sí que es gorda.) En lo que no creo, en absoluto, es en los "grupos de la muerte", esa supina soplapollez.