Le
dijo Jordi Évole a Carlos Herrera: “Te voy a contestar con una frase que le leí
a Manuel Vicent, que decía que a Franco había que exhumarlo del cerebro de los
españoles”. A lo que Herrera le contestó a bocajarro: “Sobre todo de los de
izquierdas, que lo quieren revivir constantemente. Es decir, resucitarlo para
que permanentemente les sirva de excusa de enfrentamiento con los demás” (sic).
Toma ya. Ni que decir tiene que Évole, a pesar de su alacridad mental, se quedó
sin respiración: le habían dado el golpe en todo lo alto, a él mismamente.
He aquí, textual, lo de Vicent: “Sacar a
Franco de la tumba es muy fácil. Lo complicado es exhumarlo del cerebro de gran
parte de los españoles”. Pues bien, ya tenemos hecho lo fácil: Franco exhumado,
‘transhumado’ en helicóptero y reinhumado en El Pardo. Ahora nos queda, pues,
la labor más complicada, según queda dicho: sacarlo del cerebro de los españoles, “sobre
todo de los de izquierdas”, empezando por el propio escritor y celebrado columnista,
que hasta ahora no ha dejado de llamarle asesino, siempre que se le ha
presentado la ocasión, de donde se deduce que, al menos en su caso, se cumple
al pie de la letra el viejo refrán: “Cree el ladrón que todos son de su
condición” (yo leo a Vicent por la misma razón que leo a Alberti y a Neruda:
porque, salvando las distancias entre el primero y los otros, a pesar de su
manifiesta tendenciosidad filocomunista, me gusta su prosa; les recuerdo que
Vicent fue ‘descubierto’ por Cela, que de comunista tenía poco). Lo cual que me
da la sensación de que, una vez ‘expulsado’ el dictador de la basílica, los
gobernantes de izquierdas tendrán que inventarse otra coartada con la que
seguir resucitándolo: “para que les sirva de excusa de enfrentamiento con los
demás”, maldita sea.
Y ahora, qué. Tengo para mí que más les
hubiera valido a los Sánchez y compañía dejar al muerto donde estaba y haber seguido
como hasta ahora: amagando con sacarlo. Es que si ustedes leen la respuesta de
Herrera detenidamente, colegirán que cuando dice “sobre todo de los de izquierdas”,
no se está refiriendo a la “votadumbre”, que hubiese dicho Jaime Campmany, sino
a los gobernantes de izquierdas, que son los que han venido “resucitándolo” hasta
ahora a conveniencia. Que yo recuerde, durante los decenios en que fui socialista
de carril, cuando Felipe y Alfonso -¡volved!-, no tuve nunca a Franco en la
cabeza, ni se me ocurrió revivirlo, ni nada que se le parezca. ¿Entienden? Cuando
lo tengo vivito y coleando es ahora que se han empeñado algunos en que me lo
encuentre “hasta en las sopas más calientes”, que cantan los hermanos Estopa
(“Como Camarón” se llama la canción), lo cual me despierta un odio muy africano,
y no precisamente porque Franco fuese ante todo un brillante militar
africanista (¡a Sanjurjo y a Hitler les pidió lo mismo: el Oranesado!), odio
que me impele a desearles lo peor a los desvergonzados que, “pro domo sua”, se
dedican a resucitar periódicamente aquella horrenda guerra entre españoles, de
hace casi un siglo. Aunque esté feo decirlo, creo que es lo mínimo que se
merecen: ya que no la exhumación, al menos la esfumación.