Hasta lo de ahora, yo a mi colega Fernández
Vara se lo había perdonado todo. Absolutamente todo. Y no crean que en ello
tenía algo que ver el consabido corporativismo, que se dice por ahí, que existe
entre los médicos: que nos ‘tapamos’ los unos a los otros y tal. No es por eso,
no. Le concedí mi perdón porque siempre lo he considerado una persona educada,
correcta, dialogante, laboriosa, honrada (la honestidad, allá cada cual) y todo
lo demás. Incluso lo seguí perdonando a pesar de su barcelonismo: mucho más
cuando a mí me ha salido un nieto forofo del Barça, qué se le va a hacer.
Ítem más: le seguí concediendo mi perdón
cuando pasó, “de ciento en horas veinticuatro”, del “antisanchismo”
beligerante, al “sanchismo” más obediente: se sabe de antiguo que los caminos de
los partidos son como los del Señor, inescrutables. Dicho de otra manera: “París
bien vale una misa”, perdón, perdón, es que se me ha ido la pinza: quería decir
que, además de otras gabelas ferroviarias, la autovía ¡nacional!, Badajoz-Cáceres
bien vale una misa concelebrada, y yo me ofrezco como monaguillo.
Otrosí: al señor Fernández Vara no le he
negado el pan y la sal ni siquiera en estos momentos de tribulación nacional en
los que no ha dicho esta boca es mía acerca de las “malas compañías” (malísimas
algunas) que su partido ha elegido como compañeros de viaje ¡para la
gobernación del Estado del que quieren separarse! ¡Manda ‘güevos’ a Sandra!
Ustedes perdonen: lo que había que mandarle a Sandra, para que se quedase en la
ciudad, eran rosas. ¿Te acuerdas cuando dijiste que si los socialistas
aceptásemos la negociación con los
independentistas, “a nosotros en Extremadura nos matarían”? Es que seguro estoy
de que don Guillermo tiene que haber pensado, pero callado, lo mismo que dijera
el otro día César Antonio Molina, ministro que fuese de Zapatero: “Cataluña ya
es independiente de facto” (“¿qué queda ya de España en Cataluña?”, escribí
tiempo ha en estas páginas).
Dicho todo lo cual, que no es poco, hay algo
que nunca perdonaré a mi colega. Me explico. La cosa tuvo lugar hace tres años
y pico, pero no sé por qué, entonces no me enteré del particular. Pero mira tú
por dónde, el otro día, un locutor de la COPE sacó a relucir la pregunta a don
Guillermo: “Rodríguez Ibarra ha dicho que si los socialistas pactan con los
independentistas abandonaría el partido. ¿Usted que haría? “Probablemente ir
detrás suya” (sic). Hasta ahí hemos llegado, amigo mío. Te lo puedo perdonar
todo, menos pisotear la sintaxis: “¡detrás suya!”. Dijo Paul Valéry que la
sintaxis es una facultad del alma y yo acepto que tú hayas nacido sin ese don.
Pero después de un montón de años de bachillerato, de seis años de medicina y
luego de varios años de preparación de la dura oposición de forense, que me
hables como un interviniente de “Sálvame de Luxe” cualquiera, se me antoja algo
indigno de un presidente de Extremadura, perdón, de la Junta de Extremadura.
(Bueno, y lo de no cogerle el teléfono a una
mujer tan embarazada como Inés Arrimadas es que no tiene ni nombre.)