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LA PANDEMIA: MINUTO Y RESULTADO


   Andaría yo por la mitad de los años que tengo ahora. Lo cual que, habiendo tenido conocimiento de que en Mérida había un prestigioso traumatólogo, el doctor Escudero (por lo visto, se vino huyendo de las amenazas del coronavirus vasco, la eta), un buen día me presenté en su consulta arrastrando un pierna. “Los movimientos presionan al nervio, que responde con más inflamación, así que métete en la cama un mes y después hablamos”. “¡Un mes en la cama!”, exclamé para mis adentros, bajo los efectos de la ‘ecuación’ de Borges: “De niño, los días son como semanas; de viejo las semanas son como días”. Entonces, yo era más niño que viejo.    
   ¿Que cómo pude soportar semejante confinamiento? A base de lectura, mucha lectura. Ah, y aproveché asimismo para aprobar una asignatura pendiente: la guitarra. Y de ese modo, aunque no salió un Paco de Lucía, leyendo y rascando (las cuerdas), se me fueron yendo los días.
  A cuento de qué viene todo esto. Muy sencillo: porque, siete lustros más tarde, el doctor Escudero, que ahora se llama Simón (qué poca convicción transmite ese hombre), me ha recetado otro mes de confinamiento (no va a durar menos de un mes), no con el fin de curarme otra ciática (la última, en noviembre: tres semanas de reclusión mayor), sino para librarme del maldito virus. ¿Que así está toda España? En efecto, España entera está viviendo una convulsión sin precedentes. Pero “yo hablo por mí”, que diría un castizo, justo lo mismo que en fino dijera Protágoras: “El hombre es la medida de todas las cosas”.
   Aquí quería yo llegar: con la experiencia acumulada tras múltiples periodos de largos confinamientos, como les veo un poquito agobiados y un tanto desfallecientes, con el único ánimo de darles ánimo, me atrevo a decirles lo siguiente: ¡en pocas semanas, habrá pasado todo! Sí, ya sé que el precio a pagar va a ser muy alto: en vidas humanas mayormente (la economía ya se arreglará), pero no tantas como las que se lleva otro ‘virus’, más letal aún: España comunica a la OMS ¡cincuenta mil muertes cada año!, en relación con el tabaco (dividan por 365).
  Que no se me olvide: poquita televisión, salvo buenas películas (preferibles españolas: de Berlanga y discípulos) y buenos documentales. Huyan de esas cadenas que, a falta de fútbol, parece que estuvieran transmitiendo una jornada de liga con las desgracias, que sólo les falta decir: “minuto y resultado”. (Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen.)

     
  
  

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