LA VERDAD OS HARÁ LIBRES
Agapito Gómez Villa
Fue la otra tarde, viendo un sorprendente documental sobre un no menos sorprendente país: Catar (Qatar, según nomenclatura de la ONU): Este país se rige por la sharía, que quiere decir la Ley Islámica, la cual dirige todos los aspectos de la vida, tanto los divinos como los otros. Total, que de pronto se me vino a la mollera la que montaron algunos medios porque Pedro Pablo no asistió al funeral de la Almudena por los miles de difuntos que ha provocado el mil veces maldito virus, y que, a consecuencia de ello, hubieron de ser enterrados en las circunstancias más penosas: el relato de un amigo, enterrando a su mujer, me destrozó el alma. Que si la soledad de la Familia Real entrando en el templo, que si el desprecio a los muertos, que si este tío no tiene sentimientos, y por ahí seguido. ¿En qué quedamos? ¿No es, acaso, España un Estado aconfesional? Entonces, ¿a qué ese afán de algunos en meter en una ceremonia religiosa a un señor que no es de la cuerda? Permítanme una digresión, a propósito del Estado aconfesional: qué mala suerte tuvo don Manuel Azaña cuando quiso hacerse el ingenioso con su célebre "España ha dejado de ser católica". La que se montó fue floja. Eso les pasa a los tíos que van de `sobraos´y no consultan con nadie. Si me hubiese llamado, le habría dicho: "No, don Manuel, así no. A la gente le va a parecer que usted lo que pretende es que España deje de ser católica de un plumazo, cuando sabemos que lo que quiere decir es que España ha dejado de ser un Estado confesional. "Tienes razón, Agapito". "A mandar, don Manuel".
A lo que íbamos. No hay nada como la Iglesia para dignificar a los muertos, dicho sea con todos los respetos a los no creyentes, entre los cuales me encuentro, no por voluntad propia, claro. "Si hubiera unas pastillas para creer, me tomaría el bote entero de una vez", dijo un hombre bueno y de mucho talento, Santiago Segura. Yo también me lo tomaría. No obstante, me considero católico, de formación, hasta las trancas, respetuoso con la Santa Madre Iglesia y respetuoso con los que no lo son, y no tengo ningún empacho en acudir a las ceremonias religiosas que sean menester. De ahí que me haya parecido extraño que Pedro Pablo se inventase cualquier viaje para no acudir a la Almudena.
Acabando. Mucho comentarista sabio y mucha leche, pero a ninguno se le ha ocurrido pensar en la que podría haberse liado, si en algún momento de la ceremonia (de una homilía puede salir cualquier cosa), hubiese salido a relucir la contundente sentencia del Maestro: "La verdad os hará libres". Dudo mucho yo que Pedro Pablo, duro y correoso como nadie, hubiese podido aguantar sin caerse redondo, al escuchar la palabra "verdad". ¿Que no?
Agapito Gómez Villa
Fue la otra tarde, viendo un sorprendente documental sobre un no menos sorprendente país: Catar (Qatar, según nomenclatura de la ONU): Este país se rige por la sharía, que quiere decir la Ley Islámica, la cual dirige todos los aspectos de la vida, tanto los divinos como los otros. Total, que de pronto se me vino a la mollera la que montaron algunos medios porque Pedro Pablo no asistió al funeral de la Almudena por los miles de difuntos que ha provocado el mil veces maldito virus, y que, a consecuencia de ello, hubieron de ser enterrados en las circunstancias más penosas: el relato de un amigo, enterrando a su mujer, me destrozó el alma. Que si la soledad de la Familia Real entrando en el templo, que si el desprecio a los muertos, que si este tío no tiene sentimientos, y por ahí seguido. ¿En qué quedamos? ¿No es, acaso, España un Estado aconfesional? Entonces, ¿a qué ese afán de algunos en meter en una ceremonia religiosa a un señor que no es de la cuerda? Permítanme una digresión, a propósito del Estado aconfesional: qué mala suerte tuvo don Manuel Azaña cuando quiso hacerse el ingenioso con su célebre "España ha dejado de ser católica". La que se montó fue floja. Eso les pasa a los tíos que van de `sobraos´y no consultan con nadie. Si me hubiese llamado, le habría dicho: "No, don Manuel, así no. A la gente le va a parecer que usted lo que pretende es que España deje de ser católica de un plumazo, cuando sabemos que lo que quiere decir es que España ha dejado de ser un Estado confesional. "Tienes razón, Agapito". "A mandar, don Manuel".
A lo que íbamos. No hay nada como la Iglesia para dignificar a los muertos, dicho sea con todos los respetos a los no creyentes, entre los cuales me encuentro, no por voluntad propia, claro. "Si hubiera unas pastillas para creer, me tomaría el bote entero de una vez", dijo un hombre bueno y de mucho talento, Santiago Segura. Yo también me lo tomaría. No obstante, me considero católico, de formación, hasta las trancas, respetuoso con la Santa Madre Iglesia y respetuoso con los que no lo son, y no tengo ningún empacho en acudir a las ceremonias religiosas que sean menester. De ahí que me haya parecido extraño que Pedro Pablo se inventase cualquier viaje para no acudir a la Almudena.
Acabando. Mucho comentarista sabio y mucha leche, pero a ninguno se le ha ocurrido pensar en la que podría haberse liado, si en algún momento de la ceremonia (de una homilía puede salir cualquier cosa), hubiese salido a relucir la contundente sentencia del Maestro: "La verdad os hará libres". Dudo mucho yo que Pedro Pablo, duro y correoso como nadie, hubiese podido aguantar sin caerse redondo, al escuchar la palabra "verdad". ¿Que no?