Toda la vida brindando ideas a los gobernantes y, al día de hoy, a ningún de ellos, legiones, se le ha ocurrido, no ya hacerme un regalito, sino darme las gracias siquiera. Como dijera en precedente ocasión, me conformaré recordando que al gran Arquímedes no le pagaron ni un triste dracma por descubrir el "principio" que lleva su nombre, gracias al cual pueden navegar los barcos. ¿Habrían flotado, acaso, las carabelas sin el "Principio de Arquímedes"? Calla, mujer. Ni descubrimiento de América, ni leches. Pues ya digo; ni un simple dracma. Decía Umbral que el mundo no se arregla desde una columna periodística. Pero eso era él, que sólo sabía hacer poesía en prosa. Los columnistas de a pie, como yo, tenemos que justificar el jornal aportando ideas, bueno, ocurrencias si lo prefieren, tal que, como recordarán, dijera de Ortega don Manuel Azaña, al que le viene pintiparado lo de Alfonso Guerra sobre Tierno Galván: "una víbora con cataratas". Azaña: "Ortega no tiene ideas, tiene ocurrencias". Eso es cariño entre intelectuales, y lo demás es cuento.
Ahí va, pues, lo mío de hoy.
Se me ocurrió (de ahí lo de la ocurrencia) el otro día, cuando, en el hermano mayor del HOY, el ABC, me topé con un reportaje titulado: "La lacra de la ocupación ilegal". Con el título, ya está dicho todo. Es que, últimamente, el asunto va tomando tintes de grande preocupación, no ya por el número de asaltos, unas 40 diarios, sino por el dramatismo de algunos casos: un suponer, el de la enfermera cuya casa le fue usurpada mientras se dedicaba en cuerpo y alma a tratar enfermos 'coronavíricos'. Pa matarlos: a los ocupas, claro (nada de okupas, que se jodan).
Fue el caso que, por las mismas fechas, se hace público que el gobierno, acostumbrado a tirar con pólvora del rey (no precisamente la del Emérito), pretende apropiarse por la cara de los dineros sobrantes de los Ayuntamientos (con minúscula es otra cosa), so capa de tapar los agujeros pandémicos, que muy bien podrían ser taponados poniendo de patitas en la calle a los miles de cargos públicos afrentosamente, insultantemente, odiosamente superfluos. Como era lógico y natural, la inmensa mayoría de alcaldes, ¡Ada Colau al frente!, han dicho que verdes las han segado. En resumidas cuentas: enterado con sorpresa de que las arcas municipales tienen superávit, aquí viene mi brillante ocurrencia. Excelentísimas/as señoras y señores: propongo solemnemente que los dineros municipales sobrantes sean empleados en proporcionarles vivienda súbita a aquellos que osen violentar la propiedad ajena. Ah, y con lo que sobre, se le regalará un reloj (de plástico, claro) a los señores que legislaron sobre el particular, que parece que la ley estuviese pensada, ex profeso, para proteger al infractor y no al probo ciudadano (lo que nos vamos a reír el día que le toque la china a alguno de ellos: de los legisladores, quiero decir).
Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiars...