“Pasmao me ha dejao”, que habría dicho Alfonso Guerra, o sea, Pedro Ruiz, que fue el inventor de la cosa. Han bastado unos minutos de estancia en Cáceres, recién bajado del tren, camino de Badajoz, para que el líder de la oposición, cómo se nota que además de las cuatro mayorías absolutas en Galicia, fue, asimismo, un eficientísimo gestor (correos, insalud, etc.), les iba diciendo que un ratito de nada ha sido suficiente para que Alberto Feijoo haya hecho un diagnóstico preciso, exacto, perfecto, correcto, de los problemas de nuestra tierra. Pero no se ha limitado al diagnóstico: ha dado con el tratamiento, vamos, lo que vienen llamándose soluciones. Atentos a la pantalla: “Los extremeños merecen un tren digno”. Toma ya. Para mí que este hombre es un visionario. Pero la cosa no ha quedado ahí. Ha rematado la faena con una media digna del gran Curro Romero. Hela ahí: “Los extremeños merecen respeto y ser escuchados por el gobierno”. En mi vida he escuchado una declaración tan repleta de clarividencia.
Observen, reparen, fíjense ustedes que ha dicho un ‘tren digno’, algo que no se le había ocurrido a nadie antes, desde luego no a mí, ya saben: yo siempre le he llamado un TCDM. ¿Que qué es un TCDM? ‘Pos’ está clarísimo: un Tren Como Dios Manda. Lástima que el viaje Cáceres-Badajoz no lo hiciese por carretera, en cuyo caso, habría dicho: “Es una vergüenza que las dos ciudades más importantes de la región estén unidas por una carretera del siglo XIX” (señor Ibarra: si no fuese porque usted fue el ‘creador’ del Centro de Cirugía de Mínima Invasión, del Museo Helga de Alvear, de la Orquesta de Extremadura, así como el mediador -lo sé de buena tinta- ante las desavenencias en su día de los fautores del milagro de Atrio, ¡triple enhorabuena, Toño, paisano!, no le perdonaría jamás que decidiera no hacer la autovía Badajoz-Cáceres).
Yo no sé si las genialidades del señor Feijoo las dará la tierra, pero parece que así fuere. Es que lo de don Alberto en Cáceres ha venido a coincidir en el tiempo con una frase rotunda, definitiva, determinante, de don Mariano Rajoy, preguntado sobre el mundial de Catar: “Costa Rica es Costa Rica y Alemania es Alemania”. Impresionante. (Otro gallego ilustre también tiene una buena: “No hay mal que por bien no venga”, dijera cuando le mataron a Carrero Blanco).
Y pensar que yo me reí, ingenuo de mí, de mi tío Dioni, cuando a mis doce años, con osadía infantil, decidí colocarle un interruptor en la bombilla del pajar. Veinte veces que le diera al interruptor, veinte veces se fundiera el plomo. A la vista de lo cual, mi tío dijo una frase para la historia: “Eso dependerá de donde dependa”. Entonces, ya digo, no supe ver que mi tío Dioni era un genio a la altura de Feijoo, de Rajoy y de Franco.
(Y ahora, que alguien me explique en qué regla gramatical está basado el acento de Feijóo).
Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiars...