SI YO FUESE JUAN RAMÓN
Agapito Gómez Villa
“Dios nació dos veces, la segunda en Moguer”, dijera Gerardo Diego. Pues bien, ese dios, capaz de escribir cosas tan prodigiosas como ésta, “Platero acababa de beberse dos cubos de agua con estrellas”, ¿se puede escribir algo más bello?, sólo por eso ya merecía el Nobel, les iba diciendo que ese dios era, al tiempo, un sublime canalla, que no sólo tenía a punto la palabra más bella para la creación literaria, sino que, asimismo, tenía siempre a mano el dardo más venenoso. Verbigracia: cuando hicieron académico a Marañón: “No sé qué hace un médico en la Academia. Lo habrán puesto para que le mire la lengua a los académicos”. Imposible más vitriolo en menos palabras.
A lo que vamos: han hecho senador a un médico forense, me apasiona la medicina forense, capaz de llegar hasta “los más ocultos pensamientos”: han hecho senador, ‘por la cara’, al que durante siglos fuese nuestro ‘gobernador’ (así se llama el que manda en California, un poquito más grande que Extremadura): a don Guillermo Fernández Vara. Si yo fuera Juan Ramón, ah, si yo fuera Juan Ramón: para ser Juan Ramón hay que llamarse Juan Ramón como mínimo, y yo me llamo Agapito, así que descartado, les iba diciendo que si yo fuera Juan Ramón, y tuviese tan mala leche como él, diría lo que ustedes están imaginando: “¿Qué hace un forense en el Senado? Lo habrán puesto para que le haga la autopsia a la Cámara Alta”, que así le llaman, situada que está en las catacumbas legislativas. Ahí quería yo llegar.
¿Hay acaso algo más muerto que el Senado? Sí señor, mire usted. Las cámaras autonómicas, que no sirven absolutamente para nada. Ciérrelas usted tres meses y verá cómo nadie lo nota, bueno, lo notarían los parlamentarios autonómicos, si dejasen de cobrar: si se les siguiese pagando, ellos tampoco se enterarían. Volvamos al Senado.
Es tal la ‘degradación’ de dicha institución, que hasta pereza les da a los políticos pronunciar su nombre: Felipe González siempre decía el Senao, ¡y Rajoy también! “Qué falta de respeto, qué atropello a la razón”, canta Sabina. Pues eso: en cuarenta años, nunca se le ha visto nada de bendito sea Dios. Nunca se ha visto salir de dicha Cámara ninguna intervención determinante para la marcha de la nación, perdón, del Estado. Ciérrenla durante seis meses: a ver quién es el guapo que se entera, bueno, los senaores, cuando dejasen de cobrar, como los otros.
Lo he dicho en escrito anterior: a mí lo que más me fastidia (con jota) de todo esto es que nos cueste 6.000 millones de euros al año: 6.000 millones tirados a la calle. Ahora dicen que puede servir para impedir que Sánchez, con sus pactos imposibles con los que se mean encima de España, de su bandera y de la Constitución (único caso en el mundo), se lleve por delante al Estado. Si es por eso, daría por bien empleados tantísimos dineros. Y más.
Señor Vara, espero expectante su ‘varadicto’.
Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiars...