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BEGOÑA Y CAMPS

Uno. A Nixon lo echaron de la presidencia los jueces, más bien los periodistas. ¿Y qué pasó? Nada, absolutamente nada. La vida siguió como si tal cosa. Incluso el bueno de don Richard tuvo la deferencia de acudir, mayo 1980, a aquel magnífico programa que dirigía el mejor entrevistador que ha existido, Joaquín Soler Serrano: “A fondo”. Otro. Donald Trump, el Jesús Gil americano, ha sido declarado culpable de los 34 cargos, todos en relación, ‘económica’, con cierta señorita, no sé si me entienden. A los periódicos, o sea, la “máquina del fango” norteamericana, les faltó tiempo para titular: “El primer expresidente condenado”. ¡Qué manera tan original! ¿Y qué ha pasado? Absolutamente nada. En un país de 350 millones de habitantes, no faltará quien ocupe su puesto. ¡Si es que fuese menester! Resulta que las leyes del lugar permiten que pueda presentarse a las elecciones todo ciudadano que no esté cumpliendo pena de prisión, cosa muy probable en el caso de Trump, pues que, en el caso de que se confirmase la condena (recurrida), al tener 75 años no entraría en la cárcel. Con lo cual, si gana en las urnas, los americanos tendrían, con todas las de la ley, un presidente en libertad condicional. Toma ya. Por eso no entiendo yo la que han montado con lo de mi ‘prima’ Begoña Gómez por una simple imputación: “Primera esposa de un presidente investigada” a causa de unos negocietes con unos amiguetes. La que han liado, ya digo; empezando por su marido, que no se le cae de la boca la palabra fango (te ofrezco, ‘primo’, el neologismo que me acabo de inventar, fangófilo: que le gusta el fango, como a los cochinos). Mucho más escandaloso me pareció a mí lo de la cátedra universitaria, aunque eso no fuese punible. Mi ‘prima’ no era torpe, pero no pasó del bachillerato. Pues nada, de la noche a la mañana me la hicieron catedrática. Pobre universidad, con lo que fuimos en tiempos. He dicho imputada, sólo imputada. No como Camps, el de los trajes, que después de imputado, fue procesado y bien procesado. Mas hete aquí que, después de quince años de calvario judicial, ha sido absuelto de todos los cargos: ¡diez! (Un periódico no ‘fangófilo’, según la clasificación de Sánchez, le dedicó, a los trajes, cerca de 700 portadas: ‘pos anda’ que si le hubiese gustado el fango...) En fin, que mi ‘prima’, como Camps, también podría ser absuelta. Por eso te digo, ‘primo’, que dejes en paz a los jueces. Y a los periodistas, que siempre acaban teniendo razón. Hazte caso de mí, que soy mayor que tú. Algo bueno hemos sacado, empero, de todo este barullo: la afición epistolar, al paulino modo, de ‘primo’ Pedro. Pablo de Tarso se llamaba ‘de soltero’ San Pablo. Propongo, pues, solemnemente que mi ‘primo’ sea conocido en adelante como Pedro de Carpo. (Pedro, te veo como nervioso últimamente. Aprende de tu vicepresidenta Montero, mujer tranquila y sosegada. Y de Rufián, el Churchill español).

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