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VIAJE AL EXTRANJERO

Me lo preguntó un día mi madre, al amor del brasero que estábamos: “¿Está muy lejos el extranjero, hijo?” Se lo conté como buenamente pude. “Todo lo que no es España, es extranjero, pero nosotros tenemos a Portugal muy cerca”. Mi madre no tenía ni un pelo de tonta -“esa canción la cantaba John Lennon en el ‘arradio’ cuando erais muchachos”, dijo una vez al escuchar “Imagine”-, pero carecía de toda instrucción; vamos, que como nunca fue a la escuela, no sabía leer ni escribir (mi padre, tampoco). Como para saber por dónde caía el extranjero. Se me ha venido a las mientes aquel entrañable recuerdo al oír en la televisión que la princesa Leonor hará su primer viaje oficial al extranjero este verano. De repente, levanto la vista del plato y me encuentro expectante con ella: con la tele, no con la Puerta de Alcalá. “Qué país será”, pensé. Cuando un instante después desvelaron el nombre, no daba crédito: Portugal. Las cosas que proferí en voz baja, son irreproducibles de todo punto. Sí, ya sabemos que Portugal es otro país, pero llamarlo extranjero es como para orinar y no echar gota. Lo malo no es que lo dijera de viva voz una presentadora de televisión. Lo peor es que eso mismo me lo encuentro tal cual en la prensa digital. Se pueden imaginar mi reacción. Bueno, mejor será que no siga por ahí. Menos mal que llegados estos momentos de absoluta perplejidad siempre echo mano de Borges, aquel genio: “Es que rellenar un periódico todos los días no debe ser cosa fácil”. Claro que no. Pero de ahí a romperle los moldes a una tradición/relación secular en aras de una presunta originalidad, hay un trecho muy ancho. O sea, que cuando vamos a comer al Cristo, salimos al extranjero. O que cuado visitamos Lisboa, adorable ciudad donde las haya, ‘comestible’ diría yo, estamos en el extranjero. Ídem de ídem con la maravillosa Oporto. O sea, que cuando, de veraneo en Huelva, en dos acelerones nos plantamos en Vila Real de Santo António, salimos al extranjero. O sea, que las ‘prayas’ de Caparica son extranjeras. O sea, que Monfortiño está en el extranjero.... Mejor que no siga, ¿verdad? Espero que con lo anterior sea suficiente para que usted, amable y paciente lector, entienda por dónde van los regatos de mi asombro, qué digo asombro, de mi indignación. ¡Portugal es el extranjero! ¡Vuestra tía la del pueblo también! Hay que ser memo, majadero, mastuerzo, bobo, botarate, simple,…para decir una cosa así. Ni tan siquiera Colombia, país que visitó su padre, en viaje oficial, a los 15 años aguanta la calificación de país extranjero. Ni por supuesto Argentina, luego del conflicto diplomático iniciado por “las sustancias” que Oscar Puente puso en ‘boca’ de Milei. Ni ninguno de los países de la América hispana, claro. Escuchad, so analfabetos: llamar extranjero a Portugal es un insulto a la sensibilidad, o a la inteligencia, tanto da. Incluso mi madre se hubiera sentido dolida. Pa mataros.

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