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LOS PERROS Y LOS NIÑOS

LOS PERROS Y LOS NIÑOS Agapito Gómez de la Villa Publicado en HOY el 18-7-21 "¡Calle!, ¡calle!, calle!...", imploraba el niño, tras la puerta de casa, a su padre, en los primeros días del confinamiento duro. La escena me produjo una mezcla de ternura y de dolor. (Por ahí anda el vídeo todavía.) Acto seguido, me asomé a la ventana y no vi ningún niño, claro; en su lugar, vi perros paseados por sus dueños, o mejor: dueños paseados por sus perros. No tengo nada en contra de los perros, sino todo lo contrario (ningún animal es capaz de proporcionar tanto afecto como un perro), pero a ver quién es el guapo que es capaz de explicarme, y de convencerme, a cuento de qué, durante aquellos aciagos días de telediarios lúgubres, funerarios, funestos, fúnebres, en España los perros podían salir a la calle y los niños no. He dicho "en España", porque, en Alemania, un suponer, los niños sí pudieron salir de casa, acompañados de sus padres, claro. La cosa se me ha venido a las mientes a propósito del gran pollo que se acaba de montar entre el gobierno y el Tribunal Constitucional, a tenor del "estado de alarma" de aquellos días. Personalmente, tengo dudas acerca de ciertas medidas ''antivíricas" puestas en práctica. Pero en lo que no tengo la menor dubitación es en el incomprensible trato que se dio a la infancia: obligar a los niños a permanecer en casa durante tres meses, me parece una muestra perfecta de ignominia. Venga, tíos listos, decidme: por qué los perros sí y los niños no. Jamás os lo perdonaré. (Uno habla por boca del niño que fui y que llevo dentro.) ¿Fueron, acaso, los alemanes unos insensatos 'igualando' a los niños con los perros? ¡Tu tía! Lo cual que, mientras escribo, le pregunto por whastsapp a una amiga, residente estos días en la 'torrencial' Alemania, que se entere de cómo fue la cosa por allí: "Todo el mundo salió a la calle. Nunca estuvieron encerrados en casa. Se pudo pasear, hacer deporte; no sólo los niños, también las familias, y de dos en dos si eran de familias distintas". Igualito que lo que le sucedió a un conocido mío, que no lo metieron en el calabozo de milagro, una mañana que iba por un camino vecinal, a varios km de su pueblo y el mío. ¿Qué hace usted por aquí?, lo abordaron ¡los municipales! Andando un rato (el de mi pueblo anda mucho, por la cosa de la diabetes). ¿Sabe usted que está prohibido salir de casa? ¡Pero yo estoy viviendo en el campo y voy solo! Ni campo ni na. Por esta vez, que pase. La próxima, serán seiscientos euros. Yo no tengo conocimientos para entrar en los entresijos jurídicos del "estado de alarma", pero de ninguna manera podría ser constitucional un marco legal que 'posiciona'

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