5-2-12
No me
digas, amigo Tomás, que no ha estado sembrado tu hombre con lo de las faldas y tal: “Chacón es
Zapatero con faldas”. Buenísimo. Tanto, que parece digno de Alfonso Guerra en
sus mejores tiempos, que no digo yo que Ibarra no tenga capacidad para
semejante ingeniosidad, pero nada me extrañaría que la ocurrencia haya sido de
Alfonso, y que, en conversación telefónica, después de las risas, le dijera:
“Dilo tú, Juan Carlos, que si lo digo yo, me cargo el congreso y lo poco que
queda del partido”. Bueno, en fin, que sea como fuere, Ibarra no ha podido
elegir mejor momento (media España congelada) para servirle el plato de la
venganza a Zapatero, que por lo visto es una comida que hay que servir fría.
Después de batirse el cobre extremeño durante medio siglo, cuando fue a
despedirse a La Moncloa, que vengo a decirte que me voy, ZP no sólo no le hizo
ningún mimito, sino que le despidió: “Fui a despedirme y me despidió”. Pues ahí
tienes el fruto de aquella despedida: ZP es Carmen Chacón sin faldas, que eso
es lo que ha querido decir Ibarra, la Carmen de Pepe Rubianes.
“Yo también
soy Rubianes”, fue el lema de los que apoyaron, Carmen entre ellos, a
Makinavaja (para mí siempre será el genial Makinavaja) aquella vez que montó el
pollo cuando se volvió loco ante las cámaras (¿metástasis encefálica del cáncer
de pulmón?) y empezó a soltar una sarta de disparates que se resumen en “la
puta España”, repetido varias veces. Pues bien, al poco tiempo, Carmen tuvo la
inmensa desfachatez, insolencia, descaro, desvergüenza, de aceptar la cartera
del ministerio de defensa de “la puta España”. ¿Se imaginan un hecho semejante,
allende los Pirineos, luego de haber dicho “la puta Francia”? Ni borrachos.
Pues aquí fue posible gracias a los falderos de Ibarra: ZP y Carmen, Carmen y
ZP. La misma Carmen que hoy aspira a dirigir el PSOE, a fuer de pertenecer a
otro partido, el PSC, partido que, para que los separatistas de Convergencia no
le comieran todo el terreno, no ha dudado en abrazar el credo nacionalista, con
su inmersión lingüística incluida y sus multas a los que rotulan sus comercios
en castellano. Abro paréntesis. El día que vi a un cordobés, Montilla,
hablándole en catalán a un sevillano, Chaves, con traducción simultánea, me
dije para mí, y lo digo ahora en público: estos tíos, los políticos, están
locos, estos tíos son un peligro. Sucedió, ya saben, en el Senado. Cierro
paréntesis. En ese partido, ya digo, milita doña Carmen.
El otro es
Alfredo Mota, perdón, José Rubalcaba, bueno, el que imita a José Mota, o al
revés, que ya no sé quién imita a quién, un señor de mi quinta, que lleva toda
la vida en política: desde los parvulitos. Un hombre que tiene asombrados a los
neurofisiólogos: es la única persona en el mundo que es capaz de mover a
voluntad un músculo que sólo se activa con la risa espontánea, exclusivamente:
el orbicular de los ojos. Por eso, don Alfredo es capaz de simular todos los
estados de ánimo, de modo natural. Por eso no hay nadie que mienta como él. Tanto
y tan bien.
Eso es lo que
hay. (Muy bueno lo tuyo, Juan Carlos.)