Ir al contenido principal

De calzoncillos y tiempos


    Siglos ha, enterado Luis del Olmo de mis dotes para la parla, fui llamado a una entrevista (lo glosé en estas páginas), a fin de verificar mi preparación como tertualiano (contertulio es lo correcto: Tertuliano es un ‘padre de la Iglesia’, siglo II). En esto que, cual niño Jesús ante los doctores, superadas cientos de cuestiones sobre los asuntos más insospechados, el entonces joven Pedro Jota, con la frialdad facial que le caracteriza, va y me clava el rejón de muerte: ¿de qué color usa los calzoncillos Alfonso Guerra? Lívido me puse: igual que esos concursantes que están a punto de llevarse un saco de billetes, y en la última pregunta lo pierden todo. Mi conocimiento del personaje (yo era un guerrista de molde) no llegaba a tales extremos, ay. No obstante, usando la lógica, y sabiendo que Alfonso es un hombre de hábitos morigerados (al diccionario), con una sonrisa de seguridad, dije: blancos, los usa blancos. Oh, exclamaron los miembros del jurado. Los usa de colorines, apostilló, dándome la puntilla, el malvado y peligroso Pedro Jota. Total, que me vine para casa con un disgusto de padre y muy señor mío, convencido de que sólo servía para simple médico de medicina general y para escribir una columna en un periódico de provincias: esta santa casa.

  Y así, sin grandes glorias, pero sin muchas penas, la verdad sea dicha, han ido pasando los años: paciente tras paciente, columna tras columna (unas dos mil van). Pero mira tú por dónde, a falta de un Pere Gimferrer (Gimferrer ‘descubrió’ en un artículo a Muñoz Molina, ese genio, a cuyo lado, uno es un aprendiz), el otro día veo en el teléfono que me llaman de Madrid. Dígame, dije con la seriedad que los de pueblo ponemos cuando es de la capital. ¿Agapito Gómez? Sí, señor, para lo que usted guste mandar. Soy Antonio Jiménez, el presentador de “El cascabel al gato”. Es que nos hemos enterado de que usted es un hombre al que le gusta meterse en todos los charcos y que no lo hace mal hablando, vamos, que es usted la persona que necesitamos para completar la mesa de la tertulia, y además, por su condición de médico, nos vendría como anillo al dedo para tratar los asuntos relacionados con la sanidad, ahora tan en boga, con el conflicto de la privatización y tal, que no sea todo economía y política, que es de lo único que saben hablar los contertulios al uso. Qué le parece si viene usted a Madrid el próximo sábado, dos de marzo, y tenemos una primera toma de contacto. Y allá que me fui tan ilusionado. Y cuando ya los tenía a todos en el bote, zas, una periodista veterana, perdón, histórica, Carmen Tomás, va y me suelta a bocajarro: háblenos del manejo de los tiempos en política. Otra vez la lividez, igual que cuando lo de Pedro Jota. Mire usted, yo conozco, además del meteorológico, el tiempo en la teoría de la relatividad, el ‘tiempo psíquico’ de Bergson, el ‘tiempo humano’ de Zubiri y por ahí seguido, pero no tengo ni barruntos de eso. Lo siento, me dijo Antonio Jiménez: el conocer si un político maneja o no bien los tiempos, así, en plural, es una cosa elemental para ser contertulio.      

Entradas populares de este blog

MUFACE Y LA MINISTRA IGNORANTE

Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiars...

Dos soles y cuatro lunas

  Pasado mañana, a las doce en punto de la noche, despediremos un año, y un instante después, estrenaremos uno nuevo. Y la Tierra, que es la madre del cordero, sin enterarse de la misa la media. ¿Por qué digo esto? Hombre, está muy claro. ¿Qué es un año? Un año, lo saben muy bien los niños, es el tiempo que pasa entre los regalos de un cumple y los del cumple siguiente. Aniversarios infantiles aparte, un año, como es sabido, es una medida astronómica: el tiempo que la Tierra tarda en completar una vuelta alrededor del Sol, a la módica velocidad de 108.000 km por hora, con lo que dónde coños estaremos cuando acabe de escribir esta columna. (Si a eso le añadimos que el Sol se está moviendo a una velocidad infernal, en derredor del centro de la galaxia, la Vía Láctea, y que nuestra galaxia se aleja como un rayo de las galaxias vecinas, ya tenemos el lío montado. Ah, se me olvidaba decir que la Tierra también gira sobre sí misma. Con todo ese jaleo de movimientos, no me extraña nad...

DE LOS ALERTEROS Y LOS POLÍTICOS

Se han pasado el verano acojonando al personal con alertas por la caló (les gusta más una alerta roja que a un tonto una tiza), y para una vez que han podido lucirse, la DANA valenciana, ha pasado como en el cuento del lobo. Me refiero a los saltimbanquis/as que han convertido una ciencia, la meteorología, en un espectáculo circense, que lo único que les falta es comenzar sus intervenciones como aquellos genios que hubo: “¿Cómo están ustedeeees?” Tendrían que aprender del profesor Jorge Olcina (COPE) y de José Miguel Viñas (Rne), o de Mario Picazo, físicos todos, unos señores que tratan la meteorología con un rigor y una seriedad que da gusto, no como esa pandilla de histriones/as, ya digo, que parece que fueran ellos los hacedores del clima. Así les ha lucido el pelo con la “DANA más catastrófica del siglo”, que es como titulan ‘los otros’ a todas horas, tal que si estuviéramos ya en el 2099. Dice José Antonio Maldonado, físico también, que no entiende por qué se tard...