Yo, cuando
tenía dudas entre la honradez y la honestidad, no tenía más que recurrir a
aquellas célebres y celebradas palabras del almirante Méndez Núñez, cuando la
guerra del pacífico, Valparaíso y por ahí: “Más vale honra sin barcos, que
barcos sin honra”. Es que lo otro -honestidad versus barcos- me chirriaba de
modo horrísono en las áreas cerebrales del lenguaje. No obstante, hasta hace
cuatro días no me hacían falta las naves. Me bastaba con echar mano de otra
argucia nemotécnica: “la honradez, de cintura para arriba; la honestidad, de
cintura para abajo”, y siempre me salían las cuentas, pues que de inmediato me
venía a la cabeza la mujer honesta, o sea, la mujer virtuosa y rezandera, ya me
entienden. Sucede, empero, que de un tiempo a esta parte, ya no lo tengo tan
claro: desde que un día me dio por mirar el diccionario de la academia y me
encontré que honradez y honestidad son considerados sinónimos. “Apagamos y
vamos”, me dije, recordando a Radomir Antic, aquella tarde de radio. O sea, que,
según la academia, dentro de poco no faltará quien diga, horror: “más vale
honestidad si barcos, que barcos sin honestidad.”
Mas no hoy mal
que por bien no venga, que hasta Franco lo dijo cuando le mataron a Carrero
Blanco (ya van dos almirantes): el asunto me ha servido para confirmar, una vez
más, sí, el imparable deterioro cultural/mental de los políticos, esas pobres
criaturas de Dios. Veamos. Resulta que con la cosa del ‘barcenismo’ (no confundir
con el barcelonismo), el otro día, los primeros espadas del PP, el señor
Floriano entre ellos -ah, la florida oratoria del señor Floriano-, se lanzaron
en tromba, todos a una, en defensa de uno de los presuntos implicados en el
reparto de bienes materiales, don Mariano Rajoy: ¡el señor Rajoy es una persona
honrada y honesta a carta cabal!, decía el uno; ¡el señor Rajoy es un hombre honesto
y honrado!, añadía el siguiente, que se conoce que se habían aprendido muy bien
la consigna.
Señores
mandamases del PP, en qué quedamos. Si honrado y honesto son sinónimos (no
existen los sinónimos, dijo José Hierro, aquel gran poeta calvo), ¿por qué
ponerlas una detrás de la otra? Por el contrario, si no lo fueran, a cuento de
qué hablarnos con tanto énfasis de la vida íntima de don Mariano: lo que cada
persona haga, cintura pelviana hacia abajo, a uno no le interesa absolutamente
nada. En resumen: degradación cultural en el primer caso, deterioro mental en
el segundo.
Vaya por
delante que el que una persona no se vea nunca ‘jarta’ de perras, el tal
Bárcenas et al, me parece una enfermedad mental grave, y como médico, lo que se
me ocurre de inmediato es desenfundar el talonario de recetas. Dicho lo cual, que
el PP, como todos los partidos, se haya financiado de forma ilegal, me la trae muy
floja; asimismo, el que significados miembros de dicho partido hayan cobrado sobresueldos
en dinero tiznado, me la suda bastante. Ahora bien, lo que por nada del mundo les
puedo perdonar es que malversen/maltraten el más grande tesoro que existe,
Neruda me asista: el idioma de Cervantes.
Dijo Cela que
“los políticos son personajes de tercera”. Eso sería en su tiempo. Hoy militan todos
en primera regional.