Ir al contenido principal

Copiloto, ni de una ratona


  Qué suerte, qué inmensa suerte hemos tenido los españoles de que el avión siniestrado en los Alpes no fuera español. Vamos a ver: cuando se produce una catástrofe aérea en algún lugar remoto de la India, o de África, un suponer, usted no piensa: a saber cómo serán en esos países las revisiones a los aviones y a los pilotos. Pues bien, algo parecido, pero menos, claro, hubiera pensado Europa toda en el caso de que la aerolínea hubiera sido española y el copiloto suicida, de Sabadell, por ejemplo. ¿Qué no? ¿Me van a decir ustedes que la visión que se tiene de la aviación española es la misma que se tiene de la alemana? Vamos anda. Ojo, no quiero decir que a los españoles se nos vea malamente en el resto de Europa, ni hablar, pero no llegamos ni con mucho al prestigio que tienen los alemanes: en la tecnología en general y en la aeronáutica en particular. Con todo fundamento, claro.

  Por eso, precisamente, ha sorprendido más el flagrante fallo de los servicios médicos y laborales de la cuasi perfecta Alemania, más propio de cualquier otro país. Porque no me dirán ustedes que el fallo no ha sido flagrante. Ese muchacho no estaba en condiciones ni para llevar una ratona, y que me perdonen los ‘ratoneros’. Fue declarado “no apto para volar”, en una escuela de instrucción de Phoenix, por ‘problemas de capacidad mental’. Asimismo, por muy bien que estuviese el día que superó los test para volar en Lufthansa, el historial psiquiátrico del mozo no era nada tranquilizador: que si ataques de pánico y crisis de ansiedad, que si depresión profunda. En resumen, un regalito. Para pilotar un avión, quiero decir.

  Ya se sabe que a toro pasado se torea muy bien, pero los que ya tenemos canas en el bigote, cuando el personal ha comentado que bien podría haber elegido otra forma menos dañina de suicidarse, uno siempre ha pensado que el muchacho quería demostrarle algo a alguien. En efecto, a la novia, que lo había dejado fechas atrás, le dijo a modo de chantaje: “El mundo recordará mi nombre”. Más claro, agua. Lo suficiente como para que la muchacha hubiera salido corriendo a las oficinas de la compañía y habérselo espetado al primero que se topase. Pero, claro: “Si digo algo, este tío me mata”, pensaría. ¿Que no? Ya nos enteraremos.     

  Respecto de la baja laboral que rompió y tal, no sé cómo andarán las cosas por allí. En España, por razones de confidencialidad, el diagnóstico no figura en el papel que hay que entregar a la empresa: nadie tiene por qué saber que me han pegado unas purgaciones. Pero sí figura en la parte que va a la inspección de sanidad. Con lo cual, para ciertas profesiones, ¡que figuran en los ordenadores!, bien se podría hacer una excepción y comunicarlo a la empresa ipso facto; después, ya puede el enfermo romper el papel si quiere. ¿Que esto ha sido una trágica excepción? De acuerdo. Pero eso se lo va usted a contar a los familiares de los 149 muertos. Me apuesto lo que quieran a que de ahora en adelante se ponen las pilas. Lo que está claro es que no puede pilotar un avión un señor con tan grave trastorno psiquiátrico. Vamos, digo yo.

Entradas populares de este blog

MUFACE Y LA MINISTRA IGNORANTE

Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiars...

DE LOS ALERTEROS Y LOS POLÍTICOS

Se han pasado el verano acojonando al personal con alertas por la caló (les gusta más una alerta roja que a un tonto una tiza), y para una vez que han podido lucirse, la DANA valenciana, ha pasado como en el cuento del lobo. Me refiero a los saltimbanquis/as que han convertido una ciencia, la meteorología, en un espectáculo circense, que lo único que les falta es comenzar sus intervenciones como aquellos genios que hubo: “¿Cómo están ustedeeees?” Tendrían que aprender del profesor Jorge Olcina (COPE) y de José Miguel Viñas (Rne), o de Mario Picazo, físicos todos, unos señores que tratan la meteorología con un rigor y una seriedad que da gusto, no como esa pandilla de histriones/as, ya digo, que parece que fueran ellos los hacedores del clima. Así les ha lucido el pelo con la “DANA más catastrófica del siglo”, que es como titulan ‘los otros’ a todas horas, tal que si estuviéramos ya en el 2099. Dice José Antonio Maldonado, físico también, que no entiende por qué se tard...

Dos soles y cuatro lunas

  Pasado mañana, a las doce en punto de la noche, despediremos un año, y un instante después, estrenaremos uno nuevo. Y la Tierra, que es la madre del cordero, sin enterarse de la misa la media. ¿Por qué digo esto? Hombre, está muy claro. ¿Qué es un año? Un año, lo saben muy bien los niños, es el tiempo que pasa entre los regalos de un cumple y los del cumple siguiente. Aniversarios infantiles aparte, un año, como es sabido, es una medida astronómica: el tiempo que la Tierra tarda en completar una vuelta alrededor del Sol, a la módica velocidad de 108.000 km por hora, con lo que dónde coños estaremos cuando acabe de escribir esta columna. (Si a eso le añadimos que el Sol se está moviendo a una velocidad infernal, en derredor del centro de la galaxia, la Vía Láctea, y que nuestra galaxia se aleja como un rayo de las galaxias vecinas, ya tenemos el lío montado. Ah, se me olvidaba decir que la Tierra también gira sobre sí misma. Con todo ese jaleo de movimientos, no me extraña nad...