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Savater y los brokers


 

   Lo ha dicho con las palabras justas, concretas, exactas: "La aflicción es más fuerte que la razón". Muerte de su esposa, dos meses ha. Podía haber dicho dolor, pena, tristeza, desolación; pero no: ha usado la palabra precisa y la más bella de todas, aflicción, que ya lo dijo el poeta, José Hiierro: no existen los sinónimos. Es lo que tiene ser una persona de grande talento, 'conditio sine qua non' para ser un intelectual de los de verdad, "una mezcla de agitador intelectual, profeta y director espiritual", ¿entiendes, Pablo? ¿No me digas que no hay diferencia entre 'tu' Monedero y don Fernando? Pero también dijo más cosas; ésta, entre otras: "Mi hijo se ha dedicado a las cosas que importan. No es 'broker' de bolsa, vamos". Y aquí es donde tengo yo un obstensible subidón. No es para menos: que te venga a dar la razón un personaje de tamaña categoría personal y cultural. Voy a ello.

  Hubo un tiempo en que las páginas de economía de los periódicos estaban en su sitio, o sea, donde tenían que estar: allí atrás, en lugares remotos, cerca de los pasatiempos y los anuncios por palabras, adonde irían a buscarlas los interesados por el particular, tal que uno, cada loco con su tema, se va corriendo en cata de la penúltima (siempre es la penúltima) partícula descubierta en el CERN, la grandiosa y subterránea catedral de la ciencia. Se pueden imaginar la cara que se me ponía cuando, de la noche a la mañana, comencé a encontrarme en la portada de los periódicos a Mario Conde impartiendo doctrina sobre economía. Ojo, que no toreo a toro pasado, que no me refiero al Mario Conde condenado (la aliteración me ha salido sin querer), por algo sería, hablo del Mario triunfante, futuro 'redentor' de todos los males del país. Y sin embargo, su fulgurante presencia me daba un bofetón. ¿Por ser tan rico y tan guapo? No, ni hablar del peluquín: no soy tan guapo como él, pero gracias a don Eugenio D'Ors, "mis límites son mi rIqueza", soy riquísimo. Porque su advenimiento coincide en el tiempo con la elevación a los altares sociales de personajes que se dedican a cosas 'no importantes', ¿verdad, don Fernando?

  Yo sé que en el asunto subyace una razón poderosísima: la caída (es una caída) de los medios de comunicación en las garras de los grandes grupos económicos. O sea, que encima de una cosa, la otra. La otra es el agrupamiento vergonzoso y vergonzante (no es lo mismo) de los periodistas en rebaños ideológicos y la pérdida consecuente de la sacrosanta independencia. O sea, que más a mi favor: los 'brokers' y sus primos, por razones espurias para más inri, ocupan un lugar que no merecen.

  Que conste que uno, faltaría más, no tiene nada en contra de los economistas y adláteres, lo que no puedo soportar es que unos señores que ejercen una labor no más importante que otros  muchos (son los entrañables contables de toda la vida), estén sobrevalorados, y que, por ende, ocupen el sitio que deberían ostentar otros profesionales tan dignos como ellos: los fabricantes de zapatos, un suponer? ¿Es acaso más trascendente la labor de los economistas que la de los fabricantes de zapatos Vamos anda.

  Gracias don Fernando. (Reciba mis condolencias.)

 

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