Llevamos
medio siglo ‘sin gobierno’ (y lo que te rondaré, morena) y apenas si se nota. ¿Usted
lo nota mucho? ¿De verdad? Pues será el único. Lo cual quiere decir que la
función gubernativa no es tan perentoria como nos quieren hacer creer los
profesionales del asunto, los políticos y los comentaristas/catastrofistas de
la cosa, los mismos que hace cuatro días nos vendieron el Brexit como una
tragedia, que no digo yo que la cosa no tenga su aquel, pero lo tendrá
mayormente para los británicos, pero menos: el Reino Unido y el resto de Europa
seguirán siendo vasos comunicantes y las leyes que rigen dichos vasos no han
cambiado nada desde que Pascal, aquel genio -francés, maldición- que además de
filosofía, sabía física y matemáticas por un tubo (no como otros), enunciase su
ley fundamental: la presión ejercida…se transmite en todas direcciones con la
misma intensidad.
Como un drama no están vendiendo, ya digo, la
falta de gobierno, lo que no quiere decir desgobierno. ¿Funcionan los
hospitales? ¿Funciona la guardia civil? ¿Funciona la policía? ¿Funcionan los
bomberos? ¿Funciona la justicia? ¿Funcionan las guarderías, los colegios y las
universidades?: “cerrados por vacaciones”. ¿Funcionan las panaderías?
¿Funcionan los supermercados? ¿Funciona el Corte Inglés? ¿Funciona el mercado
de fichajes? ¿Funciona la Liga, de fútbol, claro?: dentro de cuatro días. ¿Funcionan
las gasolineras? ¿Funcionan las playas? ¿Funciona el bar de la esquina de
Joaquín Sabina? Todo eso, y más, funciona como si tal. Pero hombre, si hasta las
previsiones de crecimiento económico y de creación de empleo van como un tiro,
a juzgar por lo que dicen los que no se han caído de un guindo. Entonces, dónde
puñetas está el drama. Por lo visto, España necesita una cantidad enorme de
importantísimas reformas, así como la aprobación de un montón de cosas
fundamentales. ¿Importantísimas? ¿Fundamentales? Vamos anda. Lo único
fundamental son los presupuestos generales, y llegado el caso, se prorrogan, y
aquí paz y después gloria.
Por otra parte, eso de que no tenemos
gobierno es, como diría mi cuñado, einsteniano él, muy relativo. Si yo fuese
presidente de una comunidad autónoma me sentiría muy ofendido: ¡Todo está
transferido! Bueno, casi todo. Que se lo pregunten a los vascos y a los
catalanes, regiones en donde apenas quedan vestigios administrativos de lo que
antes era España. Los vascos, hasta tienen su Hacienda propia; y los catalanes
sólo recurren a Madrid para que les saquen las castañas económicas del fuego. Y
hablando de Cataluña, perdón, Catalunya: el independentismo, creado,
auspiciado, potenciado por sus instituciones, es el único problema importante
que tiene España y no esas bobadas que hipertrofian algunos periodistas. Pero
eso tiene ahora el mismo remedio que cuando el gobierno no estaba “en
funciones”: el artículo 155 de la Constitución, o sea, la suspensión de la
autonomía.
En fin, no
es que uno lo quiera, pero si hubiese unas terceras elecciones, no
pasaría nada, absolutamente nada. “Haríamos el ridículo fuera de España”, dijo
un sabio de tertulia el otro día. ¿Usted consideraría ridículo que los
italianos, un suponer, estuviesen dos años sin gobierno? Anda ya.
Es que usted, don Agapito, no ve problemas en
nada. ¡Cómo que no! Problemas, lo que se dice problemas, los que están creando
unos locos con carnet de yihadistas. Esos son problemas, y lo demás son cuentos
periodísticos.