Jamás pudo imaginar el gran Serrat, que aquella bellísima canción, compuesta un siglo ha,
sería premonitoria de la situación actual de su Cataluña natal, ni mucho menos que él mismo sería
una víctima más de la locura colectiva: por disentir del credo independentista.
"Que nadie conoce al vecino". Así es. Ahora ni tan siquiera los miran a la cara, tal es el odio/ desprecio con que los independentistas tratan a los que no son de su cuerda. El odio es nuevo, el desprecio no: a extremeños y andaluces siempre los motejaron con el despectivo charnegos, pero aún es peor lo de los murcianos: monos los llaman, Juan Marsé incluido, imagino, pues que tales individuos han perdido el respeto a todo y a todos.
"Que no hay quien confíe en su hermano". En efecto, familias hay rasgadas en canal: a un lado los independentistas, al otro los demás (los demás no tienen por qué ser españolistas, sino noindependentistas, que no es lo mismo). Me cuentan que este verano, incluso las vacaciones estivales tradicionales se han partido por la mitad en muchas familias, por culpa del envenenamiento antiespañol.
"Que la tierra cayó en manos de unos locos con carnet". Certera afirmación. Lo dijo la otra noche el veterano y curtido periodista, Fernando Jáuregui, hablando de Puigdemont, jugándose de camino una querella: "Se ha vuelto loco". Es que sólo unos locos, con carnet o sin él, podían poner en marcha semejante vorágine autodestructiva, cuyo final, si Dios no lo remedia (difícil lo veo: el clero del lugar es independentista), sería, ya lo está siendo, una balcanización de la convivencia (yo he visto in situ los odios balcánicos), esperemos que esta vez sin un solo muerto: ah, cuánto darían los locos con carnet por que a las fuerzas de seguridad del Estado se les escapase alguna bala perdida, no sé si me entienden. Si han sido capaces de engañar a buena parte de la opinión mundial con los millones de heridos del 1-O, qué no harían con un mártir de la causa, de su causa. Y hablando de los Balcanes: quién hubiera imaginado que justo a la misma hora en que tenía lugar la inauguración de la Olimpiada de Barcelona, otra ciudad mediterránea que años atrás fuera asimismo sede de una Olimpiada de Invierno, estaría sufriendo un descomunal bombardeo: de Sarajevo hablo.
"Por eso/ y muchas deficiencias más/ se sirva tomar medidas/ y llamar al orden a esos chapuceros/ que lo dejan todo perdido/ en nombre del personal". Eso, y lo que sigue, parece expresamente dirigido al presidente del gobierno: "Pero hágalo urgentemente/ para que no sean necesarios/ más héroes ni más milagros/ pa adecentar el local". Milagros no sé, pero a falta de muertos, ay, ya tienen dos héroes: los célebres Jordis -¡presos políticos los llaman!-, encarcelados por una juez, código penal en mano.
"No hay otro tiempo que el que nos ha tocao/ acláreles quién manda y quién es el mandao", don Mariano. "Y si no estuviera en su mano/ poner coto a tales desmanes", deje paso a otro.
Y ahora, perdonen que me retire: acaba de empezar a sonar "A quien corresponda". Escuchen: "Un servidor, Joan Manuel Serrat, casado, mayor de edad, vecino de Camprodón, Girona, hijo de Ángeles y de Josep, de profesión cantautor, natural de Barcelona,..."
"Que nadie conoce al vecino". Así es. Ahora ni tan siquiera los miran a la cara, tal es el odio/ desprecio con que los independentistas tratan a los que no son de su cuerda. El odio es nuevo, el desprecio no: a extremeños y andaluces siempre los motejaron con el despectivo charnegos, pero aún es peor lo de los murcianos: monos los llaman, Juan Marsé incluido, imagino, pues que tales individuos han perdido el respeto a todo y a todos.
"Que no hay quien confíe en su hermano". En efecto, familias hay rasgadas en canal: a un lado los independentistas, al otro los demás (los demás no tienen por qué ser españolistas, sino noindependentistas, que no es lo mismo). Me cuentan que este verano, incluso las vacaciones estivales tradicionales se han partido por la mitad en muchas familias, por culpa del envenenamiento antiespañol.
"Que la tierra cayó en manos de unos locos con carnet". Certera afirmación. Lo dijo la otra noche el veterano y curtido periodista, Fernando Jáuregui, hablando de Puigdemont, jugándose de camino una querella: "Se ha vuelto loco". Es que sólo unos locos, con carnet o sin él, podían poner en marcha semejante vorágine autodestructiva, cuyo final, si Dios no lo remedia (difícil lo veo: el clero del lugar es independentista), sería, ya lo está siendo, una balcanización de la convivencia (yo he visto in situ los odios balcánicos), esperemos que esta vez sin un solo muerto: ah, cuánto darían los locos con carnet por que a las fuerzas de seguridad del Estado se les escapase alguna bala perdida, no sé si me entienden. Si han sido capaces de engañar a buena parte de la opinión mundial con los millones de heridos del 1-O, qué no harían con un mártir de la causa, de su causa. Y hablando de los Balcanes: quién hubiera imaginado que justo a la misma hora en que tenía lugar la inauguración de la Olimpiada de Barcelona, otra ciudad mediterránea que años atrás fuera asimismo sede de una Olimpiada de Invierno, estaría sufriendo un descomunal bombardeo: de Sarajevo hablo.
"Por eso/ y muchas deficiencias más/ se sirva tomar medidas/ y llamar al orden a esos chapuceros/ que lo dejan todo perdido/ en nombre del personal". Eso, y lo que sigue, parece expresamente dirigido al presidente del gobierno: "Pero hágalo urgentemente/ para que no sean necesarios/ más héroes ni más milagros/ pa adecentar el local". Milagros no sé, pero a falta de muertos, ay, ya tienen dos héroes: los célebres Jordis -¡presos políticos los llaman!-, encarcelados por una juez, código penal en mano.
"No hay otro tiempo que el que nos ha tocao/ acláreles quién manda y quién es el mandao", don Mariano. "Y si no estuviera en su mano/ poner coto a tales desmanes", deje paso a otro.
Y ahora, perdonen que me retire: acaba de empezar a sonar "A quien corresponda". Escuchen: "Un servidor, Joan Manuel Serrat, casado, mayor de edad, vecino de Camprodón, Girona, hijo de Ángeles y de Josep, de profesión cantautor, natural de Barcelona,..."