NO ACABO DE ACOSTUMBRARME
Agapito Gómez Villa
Que no, que no acabo de acostumbrarme. Cada uno puede hacer de su capa un sayo, faltaría más, pero cada vez que veo en "esta semana" una playa abarrotada de personal, me chirrían las cuadernas (al diccionario). "Es inexplicable que esto no sea conocido en el mundo entero", le decían sus ilustres invitados, famosos actores y directores foráneos, a Antonio Banderas, malagueño tan genial como Isco, o más, cuando presenciaban las procesiones desde el balcón de su casa de Málaga. "Sublimes" (sic) dijo alguien la madrugada del viernes, refiriéndose a las de Sevilla, y eso que en ese momento el locutor estaba comentando las de Zamora, y el empeño de los zamoranos en que las suyas sean declaradas del Patrimonio Mundial de la Unesco, paradigma que las consideran del dramatismo de la Pasión, elevado a la quintaesencia por mor de la seriedad/sobriedad castellano-leonesa, además del intenso frío. Es que, ciudadano de tradiciones que es uno, jueves y viernes santo, me paso la madrugá "viendo" en la cama las procesiones de toda España, en la radio, claro, incluido el encendido "sermón" del buen periodista-escritor, Ángel María de Pablos, sobre las de Valladolid, cuya imaginería es de un valor artístico universal, con permiso de las de Murcia y sus impresionantes Salcillos.
Que no, que yo no soy muy creyente. Pero es que hay cosas que las ve un ciego, con perdón. Y más si el ciego ha nacido y se ha criado en España como yo, el mejor país del mundo, por otra parte: a ver quién es el guapo que me demuestra lo contrario (que le pregunten a Alberti lo que dijo luego de andar dando tumbos cuarenta años por ahí).
Pues eso, que con todos los respetos que merece el personal, no me cuadra ver a un español en traje de baño en Semana Santa (los guiris, pobrecitos, es otra cosa: a quién se le ocurre nacer en una tierra sin sol y sin procesiones). En adelante, en lugar de decir eso "le sienta como a un santo dos pistolas", debería decirse "le sienta como un bikini en Semana Santa". No es para menos. A este respecto, uno tiene la suerte de vivir en una ciudad, cuyas procesiones han sido declaradas "de interés turístico internacional" (con esa ciudad monumental, no me extraña), pero no hace falta tan pomposo nombramiento para toparse por doquier, quiero decir por cualquier rincón de España, acontecimientos procesionales de una belleza singular. He dicho acontecimientos a propio intento: son verdaderos acontecimientos: religiosos para unos; socioculturales para otros, a elegir. Ah, y una molestia para otros, y no me refiero a los "educados" señores de nuestro entorno que felicitan el Ramadán a la comunidad musulmana española, no. Pero de eso quería yo hablarles.
En España vive algún que otro millón de musulmanes, muchos de ellos de nacionalidad tan española como la suya de ustedes y la mía. ¿Ustedes han visto a alguno de ellos, no ya viendo una procesión, sino en las inmediaciones de la misma? Como si se los tragase la tierra. Ahí tienes, José Luis, una muestra palmaria de tu Alianza de Civilizaciones: mientras el cristianismo ha dado al mundo obras de arte a millones, el credo musulmán prohíbe toda iconografía de su dios y su profeta. Vivan la confluencias.
Agapito Gómez Villa
Que no, que no acabo de acostumbrarme. Cada uno puede hacer de su capa un sayo, faltaría más, pero cada vez que veo en "esta semana" una playa abarrotada de personal, me chirrían las cuadernas (al diccionario). "Es inexplicable que esto no sea conocido en el mundo entero", le decían sus ilustres invitados, famosos actores y directores foráneos, a Antonio Banderas, malagueño tan genial como Isco, o más, cuando presenciaban las procesiones desde el balcón de su casa de Málaga. "Sublimes" (sic) dijo alguien la madrugada del viernes, refiriéndose a las de Sevilla, y eso que en ese momento el locutor estaba comentando las de Zamora, y el empeño de los zamoranos en que las suyas sean declaradas del Patrimonio Mundial de la Unesco, paradigma que las consideran del dramatismo de la Pasión, elevado a la quintaesencia por mor de la seriedad/sobriedad castellano-leonesa, además del intenso frío. Es que, ciudadano de tradiciones que es uno, jueves y viernes santo, me paso la madrugá "viendo" en la cama las procesiones de toda España, en la radio, claro, incluido el encendido "sermón" del buen periodista-escritor, Ángel María de Pablos, sobre las de Valladolid, cuya imaginería es de un valor artístico universal, con permiso de las de Murcia y sus impresionantes Salcillos.
Que no, que yo no soy muy creyente. Pero es que hay cosas que las ve un ciego, con perdón. Y más si el ciego ha nacido y se ha criado en España como yo, el mejor país del mundo, por otra parte: a ver quién es el guapo que me demuestra lo contrario (que le pregunten a Alberti lo que dijo luego de andar dando tumbos cuarenta años por ahí).
Pues eso, que con todos los respetos que merece el personal, no me cuadra ver a un español en traje de baño en Semana Santa (los guiris, pobrecitos, es otra cosa: a quién se le ocurre nacer en una tierra sin sol y sin procesiones). En adelante, en lugar de decir eso "le sienta como a un santo dos pistolas", debería decirse "le sienta como un bikini en Semana Santa". No es para menos. A este respecto, uno tiene la suerte de vivir en una ciudad, cuyas procesiones han sido declaradas "de interés turístico internacional" (con esa ciudad monumental, no me extraña), pero no hace falta tan pomposo nombramiento para toparse por doquier, quiero decir por cualquier rincón de España, acontecimientos procesionales de una belleza singular. He dicho acontecimientos a propio intento: son verdaderos acontecimientos: religiosos para unos; socioculturales para otros, a elegir. Ah, y una molestia para otros, y no me refiero a los "educados" señores de nuestro entorno que felicitan el Ramadán a la comunidad musulmana española, no. Pero de eso quería yo hablarles.
En España vive algún que otro millón de musulmanes, muchos de ellos de nacionalidad tan española como la suya de ustedes y la mía. ¿Ustedes han visto a alguno de ellos, no ya viendo una procesión, sino en las inmediaciones de la misma? Como si se los tragase la tierra. Ahí tienes, José Luis, una muestra palmaria de tu Alianza de Civilizaciones: mientras el cristianismo ha dado al mundo obras de arte a millones, el credo musulmán prohíbe toda iconografía de su dios y su profeta. Vivan la confluencias.