Intolerable de todo punto. Me refiero al
comportamiento de Santiago Abascal, líder de VOX, ante los resultados de las elecciones
autonómicas andaluzas, que, como saben, han supuesto un vuelco electoral
histórico. En efecto, si los partidos de la izquierda acaban poniéndose de
acuerdo, la derecha, luego de cuarenta años de dominio arrasador, podría ser
desalojada de su feudo, inexpugnable hasta ahora. Ésa es, sí, la consecuencia
más trascendente de la cita electoral, seguida de otra que los medios han
magnificado hasta la saciedad, a saber: la irrupción en la escena política de un
partido que hasta hoy no tenía representación autonómica, “Ahora Andalucía”,
marca ligada al partido de Pablo Iglesias, que ha obtenido la respetable cifra
de 400.000 sufragios, lo cual se traduce en 12 representantes, que, a pesar de
ser un número exiguo, son, por aquello de las alianzas postelectorales, la
llave/clave para la formación de un gobierno de izquierdas, ¡por primera vez en
cuatro décadas!
Pues bien, le faltó tiempo al líder de VOX para
anunciar la creación de un “frente anticomunista” con el fin, dijo, de
preservar la unidad de la Nación, en grave peligro por el desatado movimiento
independentista catalán (¡donde están los memos que hablaban de soberanismos y
otros eufemismos!): Pablo es partidario del “derecho a decidir”, no contemplado
en nuestro ordenamiento. Asimismo, Abascal arguyó otros argumentos: la
inmigración ilegal, la libertad individual, el respeto a la propiedad y todo
eso, que, según él, correría peligro con el advenimiento de la “extrema
izquierda” (así la nombró una y otra vez) a las instituciones. La respuesta de
líder comunista no se hizo esperar: “Hago responsable al señor Abascal de toda violencia
contra Podemos”. Y el otro: “Espero que el señor Iglesias no me culpe de sus
hemorroides”.
Intolerable he dicho, y lo mantengo. El
partido de Iglesias, así como sus nombres ‘comerciales’ regionales, es un
partido tan legal como el suyo, señor Abascal y, por consiguiente, merece el
mismo respeto que el resto de las formaciones, más que nada porque detrás de
cada uno de esos 400.000 votos hay una persona con los mismos derechos que
usted. ¿O es que acaso los votantes de su partido son ‘superiores’ a los de
Podemos: el ‘voto de calidad’ que dijera Tierno Galván? Vamos anda. El que
usted viva en un chalet de 600.000 euros, no le hace superior a nadie. Sí, ya
sabemos que los comunistas quieren acabar con el régimen constitucional (todo
hay que decirlo: el artículo VIII de la Constitución, el ‘inacabado’, lleva en
sus entrañas el germen de la disgregación de España); que quieren cargarse la
monarquía; que apoyan la independencia de Cataluña, el País Vasco y lo que te
rondaré, morena; que son amigos de Otegui y sus cuates, que tanto dolor
causaron a tantos. Pero es lo que hay.
Señor Abascal, con el debido respeto y afecto
(lo segundo es porque se llama usted como mi padre), he de decirle que, en aras
de la convivencia, debiera ‘mandar a parar’, como reza la canción consagrada a
Fidel, a los imberbes e ‘imberbas’ que usted ha sacado a la calle a destrozar
el mobiliario urbano: ¡la “kale borroka” andalusí! Y respetar, claro está, el
resultado de las urnas. ¿Se imagina que hubiese sido al revés: que el señor
Iglesias la hubiese emprendido contra su partido?