Tres años le han caído a la exgerente del SEPAD, Badajoz, Monserrat Rincón, por saltarse el turno de vacunación Covid: por vacunarse la primera, vamos. Lo que son las cosas: eso mismo hice yo, ¡con una vacuna!, cuando era médico de la Prisión de los Jóvenes, Cáceres, cuarenta años ha. De haber corrido los tiempos actuales, “de ciento en horas veinticuatro”, habría pasado de ser médico a recluso. Aunque no sé si hubiera tenido que cambiar de establecimiento: mi centro era sólo para jóvenes de 16 a 21 y yo tenía ya 30. Claro, que si no me hubiesen suspendido de funciones, habrían tenido un médico las 24 horas.
A lo que íbamos. Recién descubierta la nueva vacuna contra la hepatitis B, la obtenida mediante recombinación genética, pedí a Madrid una remesa de aquella novísima bendición de la ciencia (las vacunas han cambiado el mundo, lo digo para los ‘antivacunas’), y nada más recibirlas, no hace falta que les recuerde quién fue el primero que se puso las tres dosis: “La medicina bien entendida, empieza por uno mismo”. La cita me la acabo de inventar, pero no me digan ustedes que no queda bonita. Lo cierto y verdad es que empecé por mí. Igualito que la jefa del SEPAD. Con una diferencia: yo no tenía que rendir cuentas a Dios ninguno. Hoy me habrían fusilado, ya digo.
Y yo me pregunto: si a doña Monserrat le han caído tres años (al final se quedará en nada: ya tiene bastante con la “pena de telediario”), les iba diciendo que si todo eso y tal: ¿cuántos años deberían caerle a los miles de ‘abalistas’ y demás desvergonzados que se aprovecharon del pánico pandémico para enriquecerse con el trapicheo de las mascarillas? La que han montado, madre mía. Vamos, que no me gustaría encontrarme en el pellejo, perdón, la piel, de sus señorías. Una solución sería la de Berlanga, ese genio: “Todos a la cárcel”. Pero hay un problema: son tantos, que no cabrían. Lo cual, que se me acaba de ocurrir una cosa: la creación inmediata de un sistema, Inteligencia Artificial mediante, para dictar condenas acordes con el delito y que, al mismo tiempo, no provoquen agravios comparativos. Me explico: tres años a doña Monserrat por vacunarse la primera; cuatro años y medio a Dani Alves por una violación; cinco años a un muchacho de Badajoz por agresión sexual a una amiga de 16; cinco años a un enfermero por hacerse pasar por médico; un año por un manotazo a la propia esposa. Esto no hay quien lo entienda. Se necesita poner orden en la cosa/casa, ya.
Y hablando de mascarillas. Todavía permanecen almacenadas, por inservibles, las que compró la señora Armengol, cuando fuera presidenta de su tierra. Una cosa muy fea, a todas luces, pero nada comparable al deslavazado discurso que nos endosó el otro día desde la presidencia del Congreso. Por eso, propongo que sea sustituida de inmediato por una mujer que sepa hablar ‘de seguido’: Belén Esteban, un suponer.
Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiars...